¡Bienvenidos a Hiroshima, turistas de Hanami Dango! En el post de hoy miramos cara a cara al pasado para hablar de La ciudad al atardecer, El país de los cerezos, manga perteneciente al catálogo de Editorial Kodai. Este manga nos viene de la mano de Fumiyo Kouno, autora ya familiar en España por En este rincón del mundo (Kono Sekai no Katasumi ni), película que nos trajo Selecta Visión y que adapta una obra posterior suya.

Título: La ciudad al atardecer, El país de los cerezos (Yunagi no Machi, Sakura no Kuni).
Autora: Fumiyo Kouno.
Editorial: Editorial Kodai.
Género: drama histórico.
Volúmenes: Tomo único.
Páginas: 108 B/N + 4 a color.
Precio: 7,50 €.
Este tomo único se divide en dos historias separadas entre sí, aunque no completamente independientes. De ahí surge el extenso título del volumen. La ciudad al atardecer, de un solo capítulo, nos sitúa en la ciudad de Hiroshima en 1955 para contarnos el día a día de Minami Hirano, una costurera que sobrevivió a la bomba atómica que cayó en la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, en El país de los cerezos, conocemos a Nanami Ishikawa, sobrina de Minami que reside en Tokio, en dos momentos de su vida, 1987 y 2004, en los que se verá afectada por lo que implica dicha ciudad.


La caída de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945 es uno de los eventos más duros de la historia de Japón y un punto de inflexión para la nación nipona. A nivel político, implicó la rendición del imperio, la pérdida del estatus divino del emperador, la ocupación del país por EE. UU. y la instauración de un gobierno de carácter democrático. Por otro lado, supuso la muerte de cerca de 200 000 personas entre ambas ciudades, contando víctimas inmediatas y las que murieron ese mismo año por los daños recibidos.
Sus efectos fueron tan devastadores que varios miembros del Proyecto Manhattan, incluido Albert Einstein, se lamentaron de crear esta clase de arma y buscaron que no se volvieran a usar contra la población civil. Además, parte de las personas que sobrevivieron acabaron viéndose afectadas de cáncer o leucemia a causa de la radiación. Little Boy y Fat Man, nombres de sendas bombas, acabaron con la Segunda Guerra Mundial (no hay que olvidar que el emperador Hirohito estaba aliado con el señor alemán del bigote y el señor italiano bocabajo), pero ¿a qué precio?


Este momento ha marcado irremediablemente a la cultura japonesa. Los efectos de la radiación fueron la inspiración para la creación de la popular franquicia de Godzilla. Akira Kurosawa también abordaría una reflexión sobre los bombardeos en su película Rapsodia en agosto (Hachigatsu no kyôshikyoku). También, son el punto de partida de la realidad distópica que usaba Mamoru Oshii en Jin-roh. Entrando ya en el mundo del manga, tenemos la serie autobiográfica de Hadashi no Gen, que fue adaptada en películas tanto de acción real como de anime, o la obra de la propia Fumiyo Kouno.
La ciudad al atardecer es, quizás, el mejor relato de los dos que conforman la obra y eso es por lo injusto que resulta. Minami lleva una aparente vida normal: vive con su madre en el barrio chabolista de la ciudad, trabaja tranquilamente de costurera y mantiene cierta tensión romántica con Uchikoshi, un compañero de oficina. Tristemente, la H no se olvida fácilmente. Ella se martiriza con lo que pasó ese fatídico día y se siente incapaz de vivir con una felicidad que a otros, incluidas sus hermanas, les fue arrebatada.
Es gracias al apoyo de él que consigue aceptar que debe vivir lo que los demás no pudieron. Hasta aquí, esta historia podría funcionar como el principio de un drama romántico bastante emotivo, al igual que A Silent Voice, salvando las distancias. Por desgracia, la H no te olvida fácilmente. Al poco de empezar su relación, Minami empieza a verse afectada por la radiación, quedándose sin poder andar, luego ciega y, finalmente, muriendo.


Resulta un golpe muy duro para el lector ver como un personaje que, claramente, evoluciona por el camino correcto ve truncada su vida. Finalmente, Minami no resulto ser una superviviente como ella pensaba, engordando la lista de inocentes que fueron víctimas injustas de la tragedia. Aun así, llegó aceptar que no podía vivir estancada en el pasado y que no podía negar su felicidad, ya que es todo lo contrario a lo que querrían los que ya no estaban.
El segundo relato deja un poco de lado la tragedia para darnos algo más animado superficialmente, pero aun siendo visible el drama en un segundo plano. De joven, vemos a una energética Nanami que disfruta de jugar al béisbol y de pasar el rato con su amiga Toko, pero no todo es tan bonito. Está casi siempre sola en casa pues su padre trabaja, su madre murió hace un tiempo y su hermano y abuela (sí, la madre de Minami) pasan el día en el hospital por el asma del chico. Este primer capítulo parece que nos deja con una nota alegre con la bonita y divertida escena de la visita de Nanami y Toko al hospital, pero Kouno nos vuelve a hacer daño revelándonos que la abuela también está enferma. Acaba muriendo y la familia se traslada a otra zona de Tokio.

En el segundo capítulo, nuestra ya adulta protagonista se dedicará a espiar a su padre, que está empezando a desaparecer ocasionalmente durante varios días. Resulta que el padre se está dedicando a recopilar información de la vida de su hermana, ya que él vivió como hijo adoptivo de sus tíos desde tiempo antes del bombardeo de la ciudad y se negó a regresar hasta después de la muerte de ella.
Esto hará que ella tenga que hacer frente a realidades que siempre quiso negar mirando hacia otro lado. Aquí se nos revela que su madre (con una preciosa historia contada en flashback) también fue víctima por efectos de la radiación. Además, se reencuentra en esta «misión de espionaje» con su vieja amiga Toko, quien sirve para darle un poco de humor al momento y la cual mantiene una relación a escondidas con el hermano de Nanami.

Puede que La ciudad al atardecer pueda funcionar como obra independiente, pero es El país de los cerezos quien le da su verdadero significado a este manga. Si hemos querido hacer una introducción hablando sobre lo que implicaron las bombas, es porque lo que busca Fumiyo Kouno es que estos sucesos y sus consecuencias nunca caigan en el olvido.
La propia Nanami y su padre podrían considerarse una encarnación de la autora, pues, como revela en el epílogo de este volumen, ella misma de pequeña evitaba acercarse a todo lo relacionado con este suceso. Incluso agradece que su editor le hiciera darse cuenta de lo que implicaba hablar de Hiroshima, y vaya que sí aprendió la lección, pues nos ha dejado una joyita como es En este rincón del mundo, aunque se centre más en la guerra en sí.

Con esto, no tratamos de decir que La ciudad al atardecer, El país de los cerezos no sea buena, ni mucho menos. La primera historia, con sus momentos más amargos, nos deja impactados casi al mismo nivel que la adaptación de su otro manga y, como hemos dicho al principio, puede valerse por sí sola de forma bastante sólida. Pese a ello, es presa de su propia duración, teniendo que ser un mensaje muy directo y de brocha gorda, aunque, quizás, con más duración su final tendría menos impacto.
La segunda parte permite calar mejor su idea junto a un tono más ameno y divertido, pero el hecho de que unos problemas asentados unas páginas antes queden tan lejanos para la nueva protagonista es como un jarro de agua fría. No es tanto un problema de dicha historia en sí, pues encaja perfectamente con lo que pretende la mangaka y con el hecho de que haya pasado tanto tiempo. Es, más bien, una sensación que se puede producir en quien quiera leerse el tomo de una sentada.

En cuanto al dibujo, sorprende la sencillez con la que consigue plasmar ciertas situaciones, como las viñetas en blanco para la ceguera de Minami o la fantasmagórica apariencia del Monumento por la Paz de Hiroshima (los restos del edificio más cercano al epicentro que consiguió resistir en pie).
En líneas generales, el estilo de Fumiyo Kouno es sencillo. Puede sonar un poco repetitivo, pero el caso es que no hay ningún momento que requiera de un dibujo virtuoso, a la vez que no se siente que falte nada en la gran parte de las viñetas. También, transmite hacia sus personajes un cierto encanto que hace que ninguno te pueda caer mal.

Realmente, no podríamos poner pegas a nada del trabajo visual del manga, pero hay un momento en el que un exceso de esta sencillez casi estropea uno de los momentos más impactantes. En uno de los momentos traumáticos de Minami, encontramos que se imagina el lecho del río lleno de cadáveres, los cuales son representados por unos monigotes que son bastante mejorables. El shock para el lector se sigue manteniendo, aunque pasa más rápido de lo que debería por la ridiculez del dibujo. Como hemos dicho, no es un estilo que requiera de ser muy detallado, pero sí echamos de menos un poco más de elaboración para este momento.
Resumiendo, La ciudad al atardecer, El país de los cerezos es una obra sobre cómo no olvidar el pasado, especialmente uno tan doloroso, pero viviendo el presente. Sorprende lo bien que apunta sus temas para ser un manga bastante escueto, pero a su vez es lo que deja un resultado un tanto imperfecto. Fumiyo Kouno dio unos primeros pasos bastante fuertes que después afianzaría en posteriores trabajos. Uno de esos casos en los que las buenas fragancias vienen en frascos pequeños.

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