Dororo regresó con una nueva adaptación para sorprendernos una vez más. Esta fue una de las series más famosas de la temporada de invierno del 2019 y de las más comentadas desde su primer día de salida. Con su finalización dejó un vacío enorme en los corazones de muchos de nosotros.
¿Ha merecido finalmente la pena Dororo? Aun quedándose algo lejos de ser uno de los mejores animes del 2019, si se valora detenidamente, demuestra que en muchos puntos es un anime muy superior. Es una nueva adaptación del manga homónimo de Osamu Tezuka. Ha sido dirigida por Kazuhico Furuhashi y, además, guionizada por Yasuko Kobayashi. El peso de la producción recayó sobre los estudios de animación MAPPA y Tezuka Productions. Su distribución fue encargada en Japón por Tokyo MX y Amazon Prime Video se encargó de su distribución mundial.

Este anime nos cuenta la historia de Hyakkimaru, que es el primer hijo del señor Daigo, un ambicioso guerrero. Su padre les concede a los demonios las partes del cuerpo de su hijo recién nacido a cambio de la prosperidad de su dominio. Además, les pide que le concedan el dominio total de Japón. Hyakkimaru es abandonado a su suerte por orden de su padre, pero por cosas del destino lo rescató Jukai, un doctor experto en prótesis que consiguió cuidarlo y ayudarlo con sus prótesis de madera. En cuanto Hyakkimaru se hace mayor decide ir en la búsqueda de los demonios para recuperar así todas las partes de su cuerpo.
Durante esta larga lucha, Hyakkimaru se encuentra con Dororo. Él consigue salvarla en varias ocasiones, y por eso ella decide acompañarlo, para expresar su gratitud. Ella está totalmente acostumbrada a tratar con ladrones y a vivir en la calle puesto que perdió a sus padres. De ahí que su actitud sea tan cariñosa con cualquiera que le brinde ayuda.
Dororo comenzó un 7 de enero, y desde entonces apuntaba maneras para ser uno de los mejores animes de la temporada. Además, se notó todo el cariño que recibió esta nueva adaptación basada en la serie de 1969. Como no, muchos apartados han tenido que ser adaptados de nuevo.
El diseño de personajes es perfecto. No posee la apariencia de un anime muy moderno donde no puedes siquiera distinguir si es el personaje de esa serie o no. Aunque tampoco posee una apariencia antigua, se denota a la perfección el cambio de dibujo que seguían los personajes cuando fueron creados.
Por lo demás, MAPPA y Tezuka Productions no pusieron límite en los recursos a utilizar para animar sus primeros capítulos. Con esto nos ofrecieron un pleno disfrute de las primeras batallas de Hyakkimaru contra los demonios. Sin duda, la mejor fue la primera pelea contra el monstruo de barro en el puente, es simplemente sublime. Pero a partir de ahí la animación empezó a decaer gradualmente. Esto puede llegar a ser una de las mayores decepciones que presenta la serie y que empaña el proyecto tras tanto tiempo de planificación.
Una vez se alcanza el capítulo 7 la animación decae hasta unos niveles inexplicables. Nos referimos a los capítulos que suceden tras la pelea de Hyakkimaru contra los humanos por la muerte de Mio. La animación llega a ser muy decadente en la pelea que tiene el protagonista contra la polilla gigante. Aunque tras esto se recupera un poco el nivel de animación, después vuelve a decaer gradualmente hasta el combate final.

Esto puede suponer un problema para la serie. Se trata de un anime de samuráis, y seguramente, no haya escena más satisfactoria en un anime de este estilo que un duelo de katanas animado a la perfección. Katanas chocando, cortando el aire o cuerpos como si fuesen mantequilla. Y sí, una de las cosas más gratas de ver un anime de este estilo tiene su punto fuerte aquí. Dororo lo hace a la perfección en varias ocasiones, tanto en el baño de sangre como en la lucha con Shiranui, el chico de los tiburones. Pero cuando se trata de la lucha con demonios la cosa cambia drásticamente, ya que no se han animado tan definidamente.
Dejando este tema de lado, Dororo no es tan solo animación. Este anime muestra un gran estilo representando al Japón de la época, consiguiendo además una historia entretenida y muy carismática. Aunque lo mejor de esta serie son sin duda los maravillosos protagonistas. Esto es un tema altamente complicado y en este caso reside en que el personaje principal no posee expresión ninguna. Principalmente porque no habla, no oye, no se expresa y no interactúa como una persona normal.
El personaje que encarna Dororo es simplemente excelente. Desprende un aura infantil que enamora, derrocha personalidad y valentía. Todos estos calificativos la ayudan a que siempre saque adelante la historia, independientemente de la tonalidad que posea la escena. Ya sea cómica o triste, siempre encuentra el equilibrio perfecto para solucionar las escenas.

Todo esto se debe al hecho de ser una niña que perdió a su familia y que no ha podido disfrutar de sus padres todo lo que hubiera querido. De ahí su actitud cuando aparece algún personaje que desprende aura maternal. Siempre es capaz de ofrecer el cariño más puro a las personas con las que tiene más confianza. Ha crecido rodeada entre bandidos y samuráis, por ello posee esa increíble habilidad para meterse en problemas. Sin embargo, también le ha enseñado qué hacer para salir airosa de todos los problemas que se le presenten. Una de las cosas más características de la pequeña es como no logra callarse ante nada ni nadie.

Por otra parte, está Hyakkimaru al que con el paso de los capítulos llegas a tomarle un cariño especial. Hasta incluso puedes llegar a apoyarlo y defender su causa al igual que lo hace él. Es un joven rōnin, un samurái que carece de amo.
Como se conoce desde el primer capítulo, este sufre una maldición desde que nació que le dejó sin piel, órganos internos, brazos, piernas, ojos, nariz y orejas. Logró sobrevivir ya que le acogió el Dr. Jukai. Este se encargó tanto de cuidarlo y enseñarlo como de fabricarle prótesis de madera de las partes del cuerpo que le faltaban. Además, posee un poder que le ayuda a ver las almas de las personas y la esencia que desprenden los demonios. Hyakkimaru en cuanto se hizo mayor salió a la búsqueda de los demonios para recuperar las partes de su cuerpo.
Es natural que los que tienen vista sean engañados.
– Biwamaru
La familia de Hyakkimaru muestra un perfecto desarrollo en los primeros doce capítulos. El que más destaca es Tahoumaru debido a que podemos ver como cae en la locura y todo por recuperar la grandeza de su clan. También hay que destacar a Mio, puesto que llegamos a conocer una parte de su triste historia.
El resto de los personajes secundarios son un poco básicos puesto que no poseen ningún tipo de desarrollo. Si adoptamos un aspecto más crítico, es normal que no posean desarrollo, ya que estos personajes aparecen fugazmente en la historia, tan solo para afianzar la relación entre Dororo y Hyakkimaru o para contar algo nuevo de su historia.
El anime consigue representar muy fielmente ese Japón feudal y mostrar cómo los samuráis estaban al mando de todo. La vida en aquella época no estaba asegurada para nadie porque la esperanza de vida era muy baja. El pueblo atravesaba tantas penurias que para ahogar sus penas inventaban mil y un demonios.

El padre de Hyakkimaru no conseguía la prosperidad de sus tierras, por lo que decidió sacrificar a su hijo. Con esto quería poder desarrollar sus tierras y, sobre todo, paz. Los japoneses de alta cuna siempre estaban obsesionados con dos cosas. Principalmente con la supervivencia propia y, después, con la grandeza de sus tierras y de su clan.
Se tienen que hacer muchos sacrificios para proteger lo que más quieres. La caída al mundo de los demonios es la opción escogida en este caso. Tanto Hyakkimaru como Tahoumaru lo consiguen transmitir genial, puesto que notamos esa angustia y la fragilidad de la vida en aquella época.
Las ambiciones de un señor son las ambiciones de su gente. Y por ellas sacrifiqué a mi propio hijo.
– Daigo.
No todas las series de animación consiguen transmitir estos sentimientos con tanta veracidad. Puede ser porque el punto de vista de la serie sea más divertido o cómico. O tal vez, porque sus protagonistas no sentían en ningún momento el peso del honor. Como ocurre en Samurái Champloo u otras series de samuráis donde el protagonista no tiene nada que perder.
Estamos muy acostumbrados a decir que el libro es mejor que la película, o en este caso que el manga sea mejor que el anime. Pero en Dororo hemos podido encontrar una excepción, tal y como ocurre en Devilman Crybaby. Dororo está basado en un manga de los años 60, por lo que las publicaciones y el estilo eran totalmente diferentes. La historia y el desarrollo de la misma no estaban tan bien cuidados como pasa ahora. Se puede decir que es una historia rápida, incoherente y rara. Los primeros tomos son los únicos que merecen la pena, después todo ocurre muy rápido y sin sentido por lo que te deja la cabeza hecha un lío.
Hay una diferencia muy significativa entre el manga y el anime. En el manga existen 48 demonios que Hyakkimaru tiene que derrotar, en lugar de los 12 que hay en el anime. Además, el final del anime es una adaptación del guionista, puesto que el manga deja un final abierto. Por lo que el final que se le da en esta nueva adaptación se agradece encarecidamente. Posiblemente, los últimos capítulos parecieron un poco apresurados debido al hecho anterior. La historia en el manga acaba cuando Hyakkimaru abandona a Dororo para ir a las montañas y cazar más demonios.
Tal vez no todo ha sido perfecto, véase Midoro, el caballo que le presta ayuda a Hyakkimaru en los últimos capítulos. Él consigue domarlo rápidamente pese a que Midoro es un demonio en cólera. Pero no duda ni un segundo en montarse en él para ir a pelear contra su hermano y sus sirvientes. Todo esto nos hace preguntarnos, ¿dónde ha estado Midoro el resto de la serie? Aparece de la nada y se inmiscuye en una de las peleas más épicas de toda la serie. Sin más, es el encargado de asesinar a dos de los principales antagonistas. Y sí, le roba el protagonismo a Hyakkimaru en los últimos capítulos.
Otro de los puntos que no puede llegar a convencer del todo es como acaba la familia de Hyakkimaru. No nos fijamos en sí en el comportamiento del padre, puesto que acaba comprendiendo que estaba equivocado desde el principio. Nos referimos a Tahoumaru, su madre y Jukai, puesto que sus sacrificios no fueron necesarios. Sus muertes mejoraron la emoción de la escena, pero no era necesario que muriesen los tres allí. Porque, tanto su madre como Jukai logran colarse en el castillo para no hacer nada y morir. Aquí es donde más podemos notar como de forzadas fueron las escenas al final de la obra.
Dejando todos estos puntos negativos a un lado, se trata de una serie episódica que va avanzando con la ayuda de mini historias. Esto logra que no aburra en ningún momento si os gustan este tipo de estructuras. Por último, la relación entre sus protagonistas es insuperable y… ¡qué pasada de final!
Esta nueva adaptación consigue cautivarnos, pese a todos los puntos negativos porque posee otros que la hacen especial. La aparición de los últimos miembros que le faltaban por recuperar a Hyakkimaru, es simplemente genial. Puede que su uso no fuese para tanto, debido a que la lucha final se resolvió con mucha facilidad, pero por todo lo demás se puede decir que estuvo bien logrado.

Y no podíamos olvidarnos de hablar de su BSO que es, simplemente, sublime. Empecemos por sus dos openings y sus dos endings. Son muy reconocibles y pegadizos. Además, la animación que poseen se encarga de mostrar alguna que otra escena clave. Esto no es nada malo, al revés, consiguen captar nuestra atención aún más si cabe. Por otro lado, la BSO es el detalle que más ayuda a esta serie, puesto que encaja a la perfección con las secuencias que se muestran. Es más, si no fuese por la banda sonora muchas de las peleas no tendrían ese toque épico que caracteriza a esta serie.
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