¡Bienvenidos, lectores y lectoras de Hanami Dango! Hoy os traemos nuestras primeras impresiones del final del aclamado manga Jujutsu Kaisen, licenciado en España por Norma Editorial, de Gege Akutami. Tras seis años y medio de serialización semanal, esta obra se suma a las leyendas que tanto renombre han aportado a la Shōnen Jump.
A lo largo del post habrá spoilers del final de la obra, por lo que recomendamos haber leído el último capítulo antes de leer el artículo completo.
Sobre el final de la obra y las esperanzas personales
Una de las razones por las que el final de Jujutsu Kaisen me parece perfecto para el tipo de obra que es se encuentra muy al inicio de la obra. Porque no, Akutami no se ha traicionado a sí mismo jamás, y esto lo pueden ver en el capítulo 11 del tomo 2, páginas 76-78 (y en parte en la imagen de abajo).

Aunque, personalmente, prefiero la traducción del monólogo que Gojō le da a Ichiji (el conductor) en el anime, disponible en Crunchyroll (temporada 1, episodio 6, minuto 6:00): «¿Sabes por qué decidí enseñar en la academia? […] Matar a los peces gordos sería pan comido, pero eso implicaría reemplazar a los mandamases sin revolución alguna. Y si eso pasara, nadie me seguiría. Por eso elegí la educación. Para formar camaradas fuertes e inteligentes. Y por eso comparto mis misiones con mis alumnos».
Aquí, en este punto inicial de la obra, queda definido perfectamente por Gege Akutami el papel que tendrá el hechicero más fuerte durante toda la obra. Es aquí donde nos dice que solo quiere ser una llave para cambiar el mundo de la hechicería, que, como se puede comprobar en el penúltimo capítulo, es lo que pasa con las expansiones de territorio simple, una técnica que guardan bajo llave los peces gordos de la academia y que se acaba liberando al final de la obra.
La muerte del hechicero más fuerte sería lo que daría comienzo a toda la cadena de acciones que tuvieron lugar después. Satoru es egocéntrico hasta para eso, pero todos tienen claro que sin que él pelee al inicio, la probabilidad de derrotar a Sukuna es ínfima. Porque cuando el profesor, al inicio del manga, aclama que es capaz de vencer a Sukuna, posiblemente no está mintiendo, pero cuando tiene lugar el enfrentamiento final, las condiciones y el enemigo no son los mismos.

De esta manera, el «Nah, I’d win» no se tendría que interpretar tanto como que él, Satoru Gojō, va a ser el vencedor del combate, sino que su propósito, su idea —ahora también defendida por sus camaradas y alumnos— va a ser la ganadora de la siniestra batalla.
Una vez el profesor pierde, todo es acción y es lo que tiene que ocurrir; cualquier otra cosa sería mentirnos en la cara y volver a las antiguas escenas donde los personajes hablan mientras el enemigo espera sin lanzarse a por ellos. En Jujutsu Kaisen esto no es así. Y es curioso, porque al ser una serie que fue tildada de estar llena de clichés, al irlos rompiendo poco a poco, parece que a mucha gente (supongo que de la que piensa que el anime murió con Evangelion) no le gusta.
Gege Akutami no para de introducir personajes nuevos en la batalla sin pausa ninguna. Esto podría parecer algo aburrido, pero está reflejando constantemente la superioridad de Sukuna con respecto al resto y, además, está haciendo que los lectores demos por hecho que sus rivales no han sobrevivido, al haber matado a Gojō en este combate y a otros personajes importantes antes.

Entiendo que quizá se pueda criticar la abundancia de peleas en el arco «Viaje a la extinción», pero también era necesario para presentar ciertos personajes, aun a costa de un peor ritmo. Aquí un solo flashback hubiera sido matador y creo que para Akutami habría sido traicionarse a sí mismo.
Lo digo porque constantemente Gege Akutami ha estado evitando usar métodos clásicos (y manidos) de narración para contar su historia. Esto se observa en el poco uso que hace de la ya mencionada analepsis, o cómo sus paneles se empiezan a convertir en plenos garabatos muy agresivos que expresan mejor que un dibujo bien definido el momento de una batalla.
Por lo tanto, las esperanzas que alguien tenga sobre cómo debe acabar una obra o los comentarios del tipo «yo creo que esto sobra», «yo creo que esto falta» son simples indicadores de lo reaccionarias que son las personas que los producen y que buscan el repost fácil o el posicionamiento rápido al criticar una obra. Pero no, la crítica a una obra no se hace en torno a lo que podría haber sido o no, sino a lo que es, como hecho material real. Es decir, hay que preguntarse «por qué el autor ha hecho esto» y no «qué debería haber hecho el autor».
Imagínense ustedes, entonces, que yo me limitara a criticar o analizar El caballero de Olmedo en base a lo que pienso que Lope de Vega debió escribir; o más allá, que me planto frente al Guernica y aclamo a viva voz que Picasso debió darle más pinceladas, que le faltan algunos detallitos. Hacer esto es reaccionario e infantil y es solo consecuencia de darle voz a unos pocos y seguir sus valoraciones subjetivas fundamentadas en humo.

Estas serían apreciaciones, en todo caso, válidas para hablar de gustos. En gustos no hay nada escrito y puede ser todo lo amplio y variado que se quiera, pero, si se trata de buscar la objetividad, no se pueden buscar fallos en la trama con esos argumentos, especialmente con series tan largas. Sería como quejarse del robo y aparición del rucio de Sancho en El Quijote y ya por eso echar a perder toda la obra —reaccionarios también.
Huecos narrativos
Umberto Eco en «El lector modelo» nos dice: «El texto está plagado de espacios en blanco, de intersticios que hay que rellenar; quien lo emitió preveía que se los rellenaría y los dejó en blanco por dos razones. Ante todo, porque un texto es un mecanismo perezoso […]. En segundo lugar, porque, a medida que pasa de la función didáctica a la estética, un texto quiere dejar al lector la iniciativa interpretativa, aunque normalmente desea ser interpretado con un margen suficiente de univocidad. Un texto quiere que alguien lo ayude a funcionar».
Es decir, los autores buscan (y dejan) huecos (según la nomenclatura de Terry Eagleton) que dejar al espectador que ellos han ido educando a lo largo de la narración de su historia, para que ellos los rellenen o para que se hagan sus propias conclusiones (como sería por ejemplo el caso de la saga Dark Souls en muchos de los aspectos de su historia, en la que su creador ni confirma ni desmiente).
Escribir de esta manera es un arma de doble filo. Por un lado, estarán las personas a las que les encantan las obras llenas de huecos (Gabriel García Márquez es un maestro en esto) y por otro tendremos a las personas que rabian porque el autor no les ha dicho de manera explícita algo en concreto sobre un personaje en particular, como por ejemplo, la pelea entre Hakari y Uraume; de nuevo, no deberíamos pensar si tendría que haberla mostrado o no, si no preguntarnos «¿por qué no lo ha hecho?».

Pero por encima de esto, tendremos a un autor que sabe lo que está escribiendo y a un editor que corrige lo que los lectores van a leer, así como a un grupo de asistentes que dan forma final a la obra. Nadie sabe más de su obra que su autor. De la misma manera que el análisis del autor sobre su obra no tiene por qué ser el correcto.
El problema de Gege Akutami es que parece que le gusta más el shitposting y el humor que cualquier otra cosa y no solo ha dejado huecos para que los rellenemos, sino para divertirse. Y esto podría verse como un defecto de su obra, y quizá lo sea. Yo prefiero verlo como un acto de comedia de primer grado en una industria en la que las condiciones son horribles e inhumanas: Gege decidió divertirse de vez en cuando.
Un ejemplo de esto lo podemos ver en el penúltimo capítulo, donde un personaje que nos es muy familiar aparece junto a Takaba, el humorista. Todos pensábamos que se nos iban a dar respuestas en este último capítulo, pero no ha sido así. ¿Se está riendo Gege una vez más de nosotros? Puede ser. Pero también puede ser que nos esté pidiendo que pensemos quién puede ser ese personaje y que encontremos, como comunidad y en unidad, como el elenco protagonista, una respuesta para su pregunta.
De igual manera, puede que en ocasiones Gege Akutami haya pasado la línea tan fina de la pedantería por la que andan los autores jóvenes, y que esto le haya llevado a cometer errores por querer que sus lectores hilen demasiado fino, pero, como diremos a continuación, todavía es muy pronto para juzgar eso.

El final de Jujutsu Kaisen y la revolución
Aún es pronto para hacer análisis profundos y complejos de la obra, pues la lectura semana a semana complica ciertos ámbitos de la misma, y creo que se entenderán mejor cuando se pueda leer de manera continua en los tomos recopilatorios. Por lo tanto, en estas primeras impresiones quiero terminar enlazando con el principio.
Y es que aún no tengo claro quién o qué es el protagonista de la obra. ¿Lo es Itadori o más bien lo es la revolución de Gojō? Seguramente sea lo primero, pero está claro que estamos ante una obra novedosa tanto a nivel de narración visual como textual o que, al menos, ha intentado avanzar en algunos aspectos, acertando más o menos. Todavía es pronto para saberlo y juzgarlo.
Creo que no, no está a la altura de Naruto o One Piece, pero ¿qué más da? Tampoco creo que Akutami lo haya intentado en ningún momento, más bien, intuyo que ha intentado mostrarnos una historia amable, que nos emocione y haga vibrar y reír y, sobre todo, disfrutar lo máximo posible del proceso.

Por eso creo que los capítulos finales tienen tanta carga cómica, porque sirve para aliviar toda la tensión acumulada y celebrar la victoria final. Es una vuelta a los capítulos del inicio, a donde la acción y la vida cotidiana se entremezclaban más, a la vida normal.
Creo que hay una gran diferencia de las obras como las mencionadas anteriormente y las actuales y está en las bases en las que se fundamentan: pienso que las grandes obras del manga se inspiran en muchos campos artísticos, porque antes no había una industria del manga tan desarrollada, sin embargo, ahora, los nuevos mangakas pueden tomar referencia en los mangas anteriores, y por eso quizá no consigan estar a su altura.
Y, de nuevo, no pasa nada, a veces es más divertido o entretenido. Incluso puede ser más fácil de recomendar una obra que puede ser un 8, pero que es apta para todos los públicos, que una de 10 a la que es difícil de entrar y mantenerse viéndola o leyéndola. Pocas son las obras que consiguen ser un 10 y pueden ser recomendadas con facilidad, esas obras son las llamadas a ser obras magnas o clásicas en un futuro.
Y conectando con el principio, Gege Akutami nos ha mostrado la materialización de una revolución, con sus pérdidas y sus victorias; una revolución que para Gojō, igual que para Asuma Sarutobi, es proteger el futuro, a los niños. Pero, sobre todo, este final nos ha mostrado cómo se ha mantenido fiel a su idea desde el principio, como ya se mencionaba al inicio del post.

Hasta aquí el manga de Jujutsu Kaisen, cuyo final nos ha parecido coherente con la propia obra y el estilo del autor, prometemos hacer uno más extenso próximamente. ¿Qué os ha parecido a ustedes el final? ¿Os ha decepcionado? Os leemos en comentarios y por Twitter. Podéis seguirnos en Twitter, Instagram, Twitch o en nuestro canal de Discord. ¡Recordad que también tenemos Patreon! ¡Nos leemos en la próxima!