¡Bienvenidos de nuevo, seguidores de Hanami Dango! Hoy tenemos como protagonista a Girls Band Cry, anime de la pasada temporada de primavera al que hemos querido dedicar esta crítica. Os adelantamos que nos ha sorprendido gratamente, tanto por su calidad general, como por su carácter rebelde e inconformista, algo no demasiado habitual en otros animes del género. Seguid leyendo si queréis que os expliquemos por qué nos ha gustado tanto.

Tras vivir una mala experiencia en su instituto y abandonar las clases, Nina Iseri viaja a la metrópolis de Tokio para rehacer su vida mientras se prepara para los exámenes de acceso a la universidad. Sin embargo, nada más llegar tiene un encuentro con la guitarrista y cantante de su grupo favorito, Kawaragi Momoka, que se separó de sus antiguas compañeras cuando estas decidieron ceder a las exigencias de la industria. Nina y Momoka deciden formar juntas una banda de rock para gritarle al mundo que no son ellas las que están equivocadas.

Otro anime de chicas monas que forman una banda, ¿o no?

Girls Band Cry Crítica_01 - Hanami Dango

Las series sobre bandas de música, en especial si están formadas por chicas, parecen estar de moda. Llevamos unos años viéndolas proliferar, quizás como evolución de las series de idols. Sin embargo, no sería del todo justo encajar a Girls Band Cry en esta tendencia. La serie busca diferenciarse evitando caer en la candidez ingenua que prolifera en el género. Dicho de una forma sencilla y directa, aunque quizás un poco tosca: Girls Band Cry está más cerca de Beck que de K-On!

A diferencia de otros títulos similares, en esta serie los personajes no usan la música para repartir felicidad por el mundo. Ya sea porque otros han intentado dictar cómo tiene que ser su vida, porque se han visto defraudadas por aquellos en quienes confiaban o directamente porque la vida las ha tratado a patadas, las protagonistas enarbolan la bandera del rock por su inconformismo a dejarse pisotear. Para ellas, la música es su medio de expresión, el altavoz con el que le gritan al mundo aquello que no se les permite decir de otra manera.

Girls Band Cry Crítica_02 - Hanami Dango

Además, aunque la serie busca lanzar un mensaje positivo, en esta historia los problemas no se solucionan de forma mágica. Hay numerosas trabas por el camino, no todo es color de rosa y algunos resultados son agridulces. Esta hoja de ruta puede ser más sufrida, pero también hace que el desarrollo de la historia resulte más interesante.

El guion es original y es obra de Jukki Hanada (Love Live!, A Place Further than the Universe). La calidez de su estilo se deja notar, pero en esta serie ha conseguido escribir una historia con un toque más áspero, menos ñoño.

Girls Band Cry Crítica_03 - Hanami Dango

Cinco jóvenes resentidas con el mundo

Cada uno de los personajes principales tiene una historia pasada que determina su motivación. La trama se centra más en sus conflictos personales, y en cómo estos afectan a sus relaciones interpersonales, que en la evolución de la banda como tal. Esto no quiere decir que el apartado musical no sea importante. Lo es, pero de un modo diferente: funciona como un elemento catártico para el grupo y sus integrantes.

Este planteamiento funciona porque los personajes de la serie se sienten humanos. Son imperfectos, sufren cambios de humor, toman malas decisiones y se cabrean; se cabrean mucho y a menudo. Los personajes de Girls Band Cry tienen personalidades diferentes y muy marcadas. Como resultado, la armonía del grupo se ve continuamente amenazada por las fricciones que se generan, haciendo que la dinámica interna de la banda sea especialmente rica.

Nina es la protagonista y también el personaje más aprovechado y elaborado. Su rasgo más marcado es su testarudez. Se niega a aceptar aquello que no le parece justo o correcto y eso le ha dado muchos problemas en la vida, pero también es lo que impulsa a la banda a seguir progresando. Aunque odiaría profundamente que se lo dijeran, tiene una mentalidad quizás demasiado idealista.

La serie da una importancia especial a los estados de ira contenida de este personaje. Se representan sin palabras, de forma silenciosa, mediante un recurso visual particular —una especie de aura de líneas negras y rojas— que resulta tan claro que se entendería incluso fuera de contexto. Es una característica recurrente por la importancia que da la historia al descontento y el enfado como elementos motivadores.

Momoka es el segundo personaje más trabajado, aunque sus matices son más sutiles. Su vida no ha transcurrido como esperaba y eso la ha llevado a un estado de desilusión, cierta apatía y desencanto con el mundo. Sin embargo, contrasta con Nina en que es un personaje con los pies en la tierra y de mentalidad más adulta. Es precisamente Nina la que consigue avivar su aletargada motivación y también la que es capaz de sacarla lo suficiente de sus casillas como para que muestre de forma más abierta sus emociones.

La tercera en hacer aparición es Subaru. Este personaje puede parecer extrovertido y alegre a simple vista, pero esto no es más que la expresión de su cinismo por verse obligada a llevar una vida pautada.

Tomo tarda más en hacer acto de presencia, pero también cuenta con una pequeña parcela dedicada a su desarrollo dentro de la historia. Es un personaje un tanto huraño y escéptico, al que le cuesta abrirse porque sabe lo que es sentirse decepcionada y que la gente la rechace.

El grupo se completa con Rupa, que es con diferencia el personaje menos trabajado —pese a hacer aparición al mismo tiempo que Tomo— y, por ende, el más plano y monótono. No obstante, a ella la vida también le ha dado golpes y la serie muestra, aunque de forma breve, que tiene motivos para no sentirse a gusto con la sociedad, siendo víctima de actitudes racistas.

Pese a sus diferencias, lo que comparten las protagonistas de Girls Band Cry es que no se encasillan en el típico personaje adorable y encantador. Pueden ser divertidas —lo son— y no estamos diciendo que sus personalidades no resulten atractivas, pero tienen cualidades que las alejan del supuesto modelo ideal. Cualidades que se han visto exacerbadas por las dificultades que han tenido que afrontar a lo largo de su vida. En el fondo, esto las hace personajes más creíbles.

Un trabajo técnico y artístico de categoría

Uno de los mayores alicientes de Girls Band Cry es su magnífico apartado audiovisual. Una animación de alta calidad se suma a una banda sonora potente y a una dirección artística muy bien planteada. Todo esto se luce todavía más gracias a un excelente trabajo de diseño y a una dirección con muchos aciertos.

Girls Band Cry Crítica_12 - Hanami Dango

La animación está hecha casi al completo por ordenador y es la más clara demostración de que el problema nunca ha sido el CGI, sino su mal uso. El buen resultado es fruto de la experiencia y músculo laboral de Toei Animation, que ha logrado formar un equipo potente liderado por el director Kazuo Sakai (Love Live! Sunshine!!). En este equipo cabe destacar a Jae Hoon Jung (Dragon Ball Super: Super Hero) por su papel en la dirección de CGI.

La serie luce su animación de forma especialmente ostentosa en las actuaciones musicales, que aprovechan las virtudes del CGI para crear secuencias de cámara muy dinámicas, aunque a veces abusa un poco de ellas. Del mismo modo, la serie no se amilana ante la perspectiva de incluir en los encuadres a decenas de espectadores moviéndose de forma independiente, algo que sería una pesadilla de animar con animación tradicional. También hay que destacar los planos cercanos de los personajes tocando, que son de un frenesí efervescente.

No obstante, el mejor exponente del buen CGI planteado en esta serie lo encontramos en las expresiones de los personajes. Uno de los principales problemas que ha sufrido tradicionalmente la animación CGI ha sido precisamente la dificultad de reflejar la gran expresividad que acostumbran a tener los personajes en el anime. En Girls Band Cry no solo solventan el problema; le dan la vuelta y lo convierten en una de sus fortalezas.

La serie pone un enorme énfasis en las expresiones y gestos de sus personajes, tanto faciales como corporales. Sonrisas, muecas, ceños fruncidos, posturas y manierismos de todo tipo están presentes en cada escena. El lenguaje corporal está tan bien representando que podríamos seguir el tono de las conversaciones prácticamente sin necesidad de diálogos.

Girls Band Cry no solo destaca a nivel técnico. Buena parte del éxito de la animación radica en el excelente trabajo previo llevado a cabo por el equipo de diseño. La serie también cuenta con una estética tremendamente atractiva y con un apartado artístico trabajado, que hace que todo encaje con suavidad en pantalla.

En todas esas facetas se observa un énfasis concienzudo en los detalles. Lo vemos en el prolijo diseño de vestuario, en la minuciosa elaboración de los escenarios y en las elecciones estéticas de color. Todo se conjuga para hacer que el anime luzca muy atractivo y estimulante para el ojo del espectador.

Nos queda mencionar el apartado sonoro y musical, fundamental en una serie de este tipo. La banda sonora ha sido producida por Kenji Tamai y se disfruta en cada tema. Como ya se comentó, la música cumple una función catártica, es la expresión en bruto de todo aquello que los personajes se ven obligados a reprimir en su día a día. Por eso, aunque el estilo a veces se acerca más al J-Pop, los temas son intensos y las letras son reflejo del talante roquero que busca la serie.

En el apartado vocal nos encontramos con que las seiyuu que interpretan a las protagonistas son esencialmente novatas. Esto se explica porque son las integrantes de la banda de rock que se creó de forma paralela a la producción del anime y no fueron escogidas necesariamente por su habilidad como actrices de voz. Con todo, han logrado realizar un buen trabajo, y que sean voces desconocidas le da un toque de frescor a la serie, aunque es cierto que a veces se les nota cierta falta de soltura.

Girls Band Cry Crítica_21 - Hanami Dango

Valoración final

Girls Band Cry lo tenía todo para ser un anime de gran promoción: un género de moda, un estudio de renombre internacional y, por si fuera poco, una buena calidad. Pero, paradójicamente, su distribución inicial fuera de Japón ha sido prácticamente nula, y solo ahora, tiempo después de la finalización de su emisión, ha comenzado a dar tímidos pasos hacia el extranjero. Paradójicamente, incluso con este incomprensible escollo, ha logrado alcanzar una notable popularidad dentro de su temporada.

El éxito de Girls Band Cry radica en que es capaz de gustar a los aficionados al género en su forma más tradicional y, también, a aquellos que buscan nuevos aires. De acuerdo, tal vez no sea el anime rompedor que reformule el género, pero al menos lo intenta. Sus esfuerzos son palpables y el espectador lo siente y valora. Quizás por eso ha conseguido hacerse un hueco en el corazón de tantos aficionados.

Terminamos esta crítica haciendo lo que sentimos que es nuestro deber moral: os recomendamos Girls Band Cry porque creemos que es una buena serie. Independientemente de lo que busques, la calidad del trabajo es innegable y el afán por mostrar algo diferente, aunque sea solo un poco, también. Dadle una oportunidad. Y si no… pues eso…

Girls Band Cry Crítica_22 - Hanami Dango

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