¡Bienvenidos, lectores y lectoras de Hanami Dango! Hoy os traemos una reseña del anime Los diarios de la boticaria, un anime que nos enamoró el año pasado combinando humor, acción y misterio.
Argumento
En Los diarios de la boticaria se nos cuenta la historia de Maomao, la hija de un matasanos que es raptada y vendida a un palacio de la corte para que trabaje allí como criada, pero pronto comienza a destacar y consigue que Jinshi, un eunuco de una belleza sin igual, se fije en ella. A pesar de la belleza de la que goza, eunuco al igual que todos los hombres que trabajan en el palacio del emperador, nuestra protagonista no tiene ojos para él, solo para los venenos.
De hecho, lo que le hace ascender rápidamente en palacio es su habilidad como boticaria, aprendida de su padre, lo que le ayuda a salvar vidas y a descubrir misterios que van ocurriendo en palacio. Así, poco a poco, va escalando posiciones dentro del escalafón del complejo imperial, trabajando incluso para una de las esposas del emperador.
De esta manera, Maomao va descubriendo las incógnitas que circulan alrededor del ambiente donde vive, y nosotros, los espectadores, empezamos a dilucidar los enigmas de la vida de la protagonista, como su verdadero padre, o de Jinshi, aunque de este último aún no sabemos mucho.
Estructura
O sea, la forma en la que se estructura o la configuración artística en la que se presenta la obra, que en esta ocasión toma dos direcciones: la narrativa textual y la narrativa audiovisual.
Con respecto a la narrativa textual, afirmamos sin ningún miedo que Detective Conan ha tenido sus hijitos, tal y como mencionamos en la reseña de Buscadores de cadáveres, y aquí lo volvemos a decir. La fórmula que Gōshō Aoyama implementó en su obra magna se mantiene también en esta obra.
Sin embargo, hace mucho que se empezaron a publicar las aventuras del joven detective y los tiempos han cambiado, y las obras también lo hacen junto a nosotros. Por ello, Natsu Hyūga coge la misma estructura y la renueva:
Tenemos un protagonista, Shininchi Kudo, que ha sufrido un accidente y debe encontrar a quienes lo envenenaron y lo convirtieron en niño, pero, mientras tanto, se nos cuentan las historias de su día a día, desde los casos que resuelve hasta cómo esconde su identidad ante Ran, su amiga de la infancia y de la que está enamorado.
Mientras todos estos casos ocurren en el día a día de Conan, poco a poco, pildorita a pildorita, se nos va dando información sobre la organización que le hizo volver a ser un niño, de manera que la historia principal avanza de manera intercalada con los casos que surge en el día a día, es decir, de fondo.
En el caso de Los diarios de la boticaria tenemos exactamente la misma estructura. Día a día, capítulo a capítulo, Maomao va resolviendo casos menores que le acercan a un secreto mayor, lo que hace que el espectador esté pegado a la pantalla sin querer perder ni un detalle de lo que está ocurriendo y, sobre todo, de lo que está por venir.
Porque si enfocamos este análisis desde una perspectiva estructural, podríamos concluir que cada detalle influirá a la totalidad de la obra, debido a que el conocimiento no se alcanza sólo por la progresión gradual de un detalle a otro, siendo cada uno de ellos clave para concluir el final del puzle que se nos ha presentado.
Es decir, en cierta parte, esta obra favorece que el espectador se estruje la cabeza, buscando detalle a detalle, pieza a pieza, y complete el puzzle que se nos presenta en forma de historia. De esta manera, Natsu Hyūga crea lo que Jauss y Umberto Eco denominaron «huecos», para que sea el espectador (o lector) el que los rellene.
De esta manera, ese hueco está generado para que el lector lo rellene gracias a la información que se le ha aportado durante el desarrollo de la acción, haciendo que se sienta útil e inteligente tras rellenarlo, es decir, es el caramelito por haberse esforzado en busca de la solución.
Esto, como ya decíamos, hace que el espectador siga pegado a la pantalla, esperando el siguiente puzzle, la siguiente incógnita para sentirse útil y no un simple observador. De este modo, observamos en la obra un puzzle con forma de matrioshka, donde cada misterio, una vez resuelto, no es más que una parte del puzzle final, siendo cada uno más interesante que el anterior.
Tras esto, por si el espectador no ha podido seguir el hilo de la narración, es el propio anime el que nos cuenta lo ocurrido, bien sea para confirmar las sospechas o teorías del enigma o directamente resolverle la cuestión a aquellos que no hayan podido anticiparse a la solución del conflicto.
Y si no te gustan las cuestiones o incógnitas de la obra no pasa nada. El anime goza de otras cuestiones que lo hacen espectacular: la música, la propia animación, un extraño romance y una comedia que saben perfectamente dónde encajar y aliviar la tensión, provocando risa o una sonrisa.
Tenemos poco que decir sobre la música y la animación debido a que el trabajo del estudio OLM es espectacular: son espléndidos, concuerdan perfectamente (para ello sólo hay que ver el primer opening que se mantiene durante toda la serie) y son más que excelentes para lo que estamos acostumbrados en un anime de este tipo. A esto hay que añadirle el fabuloso diseño de personajes, vestuario y entornos que contiene la obra, perfectamente trasladados del manga.
El supuesto romance que existe entre Maomao y Jinshi es, hasta donde hemos visto, complicado de analizar. Más bien podríamos hablar de una relación clásica de amante (el eunuco) y amada (la boticaria).
El amor es unidireccional y parece que a Maomao casi le da más asco que provocarle atracción, al contrario de todas las mujeres de palacio. Aunque según su relación se estrecha, parece que la boticaria se relaja y acerca más al eunuco, de manera más afable, pero aún así parece no termina de atraerle.
Como conclusión, esta obra muestra un perfecto balance entre todos los elementos que lo componen. ¿Qué te pareció su primera transmisión? ¿Tienes ganas de ver la segunda temporada? Os leemos en comentarios y por Twitter. Podéis seguirnos en Twitter, Instagram, Twitch o en nuestro canal de Discord. ¡Nos leemos en la próxima!
