Salve Omnes, seguidores de Hanami Dango. Hoy os presentamos una crítica acerca de una de las narrativas más cautivadoras que amalgama la fantasía, la magia y la evolución personal, con una protagonista que es tan singular como entrañable.
Basada en la novela ligera homónima, Silent Witch trata de un universo en el que los hechiceros son la defensa principal del país, y donde una joven maga, Monica Everett, se convierte en la «bruja del silencio», un portento que puede usar hechizos sin decir ni una palabra. No obstante, en vez de ser una heroína creída, Mónica es una muchacha apocada, insegura y con un temor casi absoluto hacia la gente.
Esta serie ha sido animada por Studio Gokumi, que realizó otras producciones como Reborn as a Vending Machine, I Now Wander the Dungeon y Yuki Yuna wa Yusha de Aru, entre otras. Pero sinceramente la única destacada es la propia Silent Witch. El anime está disponible en la plataforma de Crunchyroll.
Atención, este post, al ser una crítica, contendrá SPOILERS.
En el Reino de Ridill vive una maga genio conocida por ser la primera persona en utilizar magia sin conjuros. Con esta increíble habilidad, Monica Everett se une a los Siete Sabios como una heroína capaz de derrotar por sí sola a poderosos dragones, como el legendario dragón negro. Sin embargo, la verdad es que la Bruja Silenciosa desarrolló la magia sin conjuros debido a su timidez, ya que prefería vivir en la cima de una montaña, lejos de la sociedad.
Sin embargo, su estilo de vida aislado cambia cuando un compañero sabio le encarga la misión secreta de defender al segundo príncipe, Félix Arc Ridill, de los atentados contra su vida. Desgraciadamente, eso significa que tendrá que infiltrarse como estudiante en la Academia Serendia. Entre sus tareas de vigilancia y su ansiedad social, Monica se enfrenta a la misión más difícil de su vida.

Una historia de magia y humanidad
La historia arranca cuando a Mónica, sin desearlo, le encomiendan una tarea encubierta: meterse en la Academia Real de Magia haciéndose pasar por otra persona, para salvaguardar a un miembro de la realeza. Este trabajo la saca de su vida solitaria y la pone en un lugar lleno de jóvenes de la nobleza, docentes, celebraciones, conspiraciones y enfrentamientos.
Lo que fácilmente habría sido un relato sobre el mando o la hechicería política se convierte en un cuento sobre quererse a uno mismo. Cada dificultad que afronta Mónica no está relacionada con los adversarios externos —pese a que existen—, sino con las pequeñas luchas personales: alzar la voz, sostener la mirada, recibir el apoyo de otros, o tan solo osar equivocarse. Esa cualidad humana, tan evidente y honesta, es lo que hace de Silent Witch algo superior a un simple anime de fantasía.
Monica padece realmente debido a su falta de habilidad para comunicarse y a muchos más traumas en su pasado; sus momentos de silencio no son artísticos, sino angustiantes. Hay instantes en los que el público puede percibir la carga de su ansiedad, el tiemble de su respiración, la impotencia de no poder contestar a preguntas simples que le hacen. Sin embargo, esos mismos silencios se transforman en su fortaleza: su encanto, su forma de sobrevivir y de resguardarse sin necesidad de expresiones verbales. Existe un bello paralelismo entre fragilidad y fortaleza, que la serie trata con una sensibilidad poco frecuente.

A lo largo de su desarrollo, Silent Witch consigue algo que no es fácil: hacer que el público se sienta conmovido por las sencillas victorias. Cuando Monica sonríe, cuando se anima a hablar con voz vacilante, o cuando, tras varios capítulos, logra mantener una charla sin rehuir, cada momento se percibe como un gran triunfo. No hay discursos grandiosos ni redenciones repentinas. Simplemente hay pasos sutiles, pero sólidos, que evidencian un crecimiento genuino.
La magia de la dirección y la atmósfera
Desde un enfoque visual, Silent Witch presenta una animación que, aunque no alcanza la grandiosidad de estudios como MAPPA o Ufotable, es notablemente cálida y se alinea bien con su atmósfera. Los entornos de la academia y las localidades del reino están repletos de elementos que evocan la calma de un mundo mágico donde el riesgo se oculta tras una apariencia resplandeciente. Los hechizos, especialmente los silenciosos de Monica, están animados con un gusto notable: destellos sutiles, partículas suspendidas y brillos en tonos azules y dorados que no pretenden deslumbrar, sino provocar emoción.
La creación de personajes, a pesar de su simplicidad, logra enfatizar lo fundamental: los ojos llenos de expresión de Monica, su cabello un poco alborotado, sus gestos inquietos. En su figura, cada movimiento físico reemplaza lo que no logra articular.
No obstante, no todo brilla con la misma luz. Si hay algo que se puede señalar en el aspecto técnico, es que el tempo de la narración tiende a ser desigual. Existen momentos en los cuales la trama avanza con gran agilidad, desvelando misterios y mostrando nuevas dimensiones del universo mágico, y otros en los que parece prolongarse excesivamente en situaciones cotidianas o diálogos carentes de relevancia. A veces, ese ritmo pausado puede ser frustrante, especialmente para aquellos espectadores que ansían un progreso más activo o conflictos más evidentes. Sin embargo, también hay que reconocer que esa serenidad se alinea con la esencia reflexiva de la historia: Silent Witch no busca apresurarse, sino que pretende invitar a reflexionar sobre cómo una joven que no puede expresarse comienza, lentamente, a hacerlo a su manera.
Los personajes que acompañan el viaje

Más allá de Monica, la serie cuenta con un elenco que, si bien no es muy extenso, está cuidadosamente construido. El príncipe Felix, su objetivo y compañero en el consejo estudiantil, representa lo opuesto a Monica: extrovertido, amable, con una curiosidad sincera por entender a los demás. Lo que comienza como una relación de obligación se transforma en un vínculo de amistad, e incluso de complicidad silenciosa. Felix nunca fuerza a Monica a cambiar; simplemente le ofrece un espacio donde pueda ser ella. Esa delicadeza es una de las mayores virtudes del anime, que evita caer en clichés románticos apresurados para centrarse en la comprensión mutua.

El siguiente personaje en importancia es Cyril Ashley, un joven noble que destaca por su elegancia y agudeza intelectual. De carácter reservado, comparte con Monica un amor por el estudio y el perfeccionismo. Cyril encarna la presión de la excelencia académica y social; vive intentando demostrar su valor a los demás, un espejo distorsionado de lo que Monica podría haber sido si hubiese dejado que el miedo se transformara en soberbia. Su amistad con ella comienza con cierta tensión —una rivalidad silenciosa, más bien—, pero con el tiempo se transforma en un respeto mutuo.

El personaje de Isabelle Norton es uno de los más divertidos dentro de la trama. Confidente y cómplice de la infiltración de la protagonista, interpreta el papel de la hermana cruel o villana. La esencia del personaje es el grado de implicación al interpretar su papel, en contraposición a su deseo de pasar más tiempo junto con Mónica, a la que considera su salvadora. Es su protección dentro de la escuela contra las demás familias nobles y utiliza esa carta cuando la protagonista es envenenada por otras nobles.

Lana Colette es la primera amiga que hace en la institución. Es alegre y moderna, con una energía tan desbordante que, al principio, resulta abrumadora para Monica. Pero esa ligereza y sinceridad son precisamente lo que más necesita la protagonista. Lana no entiende el miedo al ridículo ni el peso de las expectativas; vive en el presente, riendo de sus propios errores. Su amistad con Monica es una bocanada de aire fresco dentro de la serie: demuestra que la calidez puede nacer de la simple compañía, sin necesidad de grandes gestos. A través de ella, la Bruja del Silencio aprende que no es necesario hablar mucho para compartir alegría, y que incluso alguien que parece frívolo puede tener una sensibilidad profunda cuando se trata de cuidar a los demás.
Y estaríamos así con la mayoría de los personajes.

La evolución de Monica Everett
Si hay un aspecto que distingue a Silent Witch, es la forma en que captura el desarrollo personal de su protagonista. Monica no se transforma en otra persona; sigue siendo tímida y no se libera de sus miedos. Sin embargo, aprende a convivir con ellos. Reconoce que su valentía no se basa en hablar alto o comportarse como los demás esperan. Lo que se transforma no es su esencia, sino su conexión con el entorno.




Su magia silenciosa, que inicialmente simbolizaba su aislamiento, finalmente se convierte en lo opuesto: su manera más auténtica de comunicarse. Cada hechizo que ejecuta en silencio es una afirmación de su identidad, una forma de expresar «estoy presente» sin articular ni una palabra. Es poco común encontrar un anime que aborde la timidez con tanta sensibilidad, sin burlas ni exageraciones, y que al mismo tiempo desarrolle un mensaje tan esperanzador sobre la vulnerabilidad.
Entre la calma y la emoción
El último segmento de Silent Witch consigue un equilibrio entre un tono reflexivo y pasajes de intensa tensión. A medida que el peligro que enfrenta el príncipe se vuelve más palpable, Monica se ve obligada a desatar toda su fuerza. En esos momentos, la animación y la banda sonora alcanzan su máxima expresión: los hechizos brillan como estrellas en el cielo, y por un breve instante, la Bruja del Silencio se transforma en una especie de entidad celestial. Sin embargo, lo más cautivador no es el enfrentamiento en sí, sino su significado: por primera vez, Monica lucha no por obligación, sino porque su deseo es proteger. Ya no se comporta como una sombra sumisa, sino como alguien que ha descubierto su propia razón de ser.
El final, sin revelar detalles cruciales, ofrece un desenlace que, aunque sobrio, resulta profundamente gratificante. No se presentan explosiones ni largas elocuencias finales. Simplemente, hay una atmósfera de serenidad, manifestando que la protagonista ha vivido una travesía genuina. Silent Witch no pretende fascinar con sorpresas argumentales, sino que busca crear una resonancia emocional sutil, similar a la de su propia heroína.
Conclusión
Silent Witch es una creación que se expresa de manera delicada, pero que deja una huella significativa. Su narrativa no se enfoca en la salvación del mundo, sino en liberarse uno mismo del temor y la soledad. Monica Everett no encarna a la heroína típica de fantasía; es una joven que tartamudea, que se refugia entre libros y se siente inmovilizada cuando la observan. Sin embargo, su magia es la más formidable, ya que surge de su anhelo de conectar sin necesidad de palabras.
Es posible que algunos espectadores consideren que el ritmo es lento o que deseen más acción, pero simplificarlo a eso sería no captar su verdadero significado. Silent Witch no consiste en hogueras y explosiones, sino en silencios y miradas. Este anime dedica tiempo a revelar lo que suele permanecer oculto: la valentía de aquellos que sienten miedo, el desarrollo de quienes dudan, y la belleza de quienes, a pesar de no hablar, cambian su entorno.

En un panorama lleno de héroes bulliciosos y tramas aceleradas, Silent Witch nos recuerda algo que es necesario escuchar de vez en cuando: que el silencio puede ser igualmente poderoso.
¡Con esto terminamos la crítica de Silent Witch, queridos lectores! Dejadnos vuestros comentarios, y si os gusta nuestro contenido no dudéis en compartirlo. Nos tenéis en Discord y en nuestro canal de Twitch. Además, recordad que también podéis seguirnos en nuestras redes sociales. ¡Hasta la próxima!















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