¡Siempre es un placer vernos, queridos seguidores de Hanami Dango! Hoy queremos hablar de un preestreno al que pudimos asistir gracias a la mano de Selecta Visión, y traeros la recomendación de Anzu, el gato fantasma, película dirigida por Nobuhiro Yamashita y Yoko Okuno, a los cuales tuvimos el placer de entrevistar, y que ya pudimos disfrutar aún más por adelantado gracias al festival de Sitges de 2024. Su estreno está previsto para el 28 de marzo.
La película adapta el manga del mismo nombre del autor Takahashi Imashiro, un único tomo de 15 capítulos que actualmente no tenemos licenciado en España. El autor empezó una secuela en la página web Comic Days en verano de 2024.
La cinta es una coproducción entre Shin-Ei animation, estudio conocido por trabajos como Doraemon, Shin Chan, y sobre todo por la más reciente Peligros en mi corazón, que tan buenos recuerdos nos dejó, y de Miyu Studios, cuyo trabajo A new Dawn todavía no tiene fecha de estreno en España, y cuya distribución también está a cargo de Selecta Visión.
Entrando en lo que es la trama de la obra, Anzu, el gato fantasma nos narra la historia de Karin, una muchacha de once años que llega acompaña de su padre al templo de Sousei-Ji para encontrarse con su abuelo. De esta forma, descubrimos que es huérfana de madre y que Tetsuya, su padre, solo la ha llevado allí con el objetivo de que el abuelo subsane una deuda que tiene. Deuda que suponemos que se origina ante la necesidad de vivir de algún sustento económico, pues nunca se especifica que trabaje, y es el motivo por el cual está amenazado de muerte. Al encontrarse con una negativa, decide «abandonar» a su hija en la casa familiar y buscar él mismo la manera de pagar la deuda.

De esta manera, Karin se encuentra de repente en un lugar desconocido para ella, con una familia a la que no conoce. El abuelo decide encargar el cometido de cuidarla a Anzu, el gato del templo y que, posteriormente, descubrimos, también es un miembro más de la familia. Anzu es en realidad un bakeneko, dado que puede hablar y se comporta como un humano más.
Un bakeneko es, según el folclore japonés, un gato que se ha convertido en un fantasma, hecho que normalmente sucede al sobrepasar cierta edad o cumplir una serie de condiciones. En la película simplemente se nos muestra cómo va envejeciendo y, a media que transcurre el tiempo, aumenta su tamaño y adquiere rasgos propios de una persona, como el hecho de hablar o montar en moto.
Anzu está interpretado por Mirai Moriyama, a quien vimos realizando una espléndida actuación en la también reciente Great Abssence y que aquí nos permite observar cómo su calidad interpretativa también es grandiosa.
La narrativa gira sobre todo en torno a la relación que tienen Anzu y Karin, que, si bien en un primer momento no terminan de casar muy bien y se llevan mal, van limando asperezas a medida que transcurre la cinta, aunque con bastantes obstáculos a lo largo del desarrollo del vínculo. Al final, Anzu es el único que realmente pasa tiempo con ella y llega a conocerla y a comprender cómo se siente.

A lo largo del desarrollo de la historia, vemos cómo también existen más yokais aparte de Anzu, apareciendo distintos animales y espíritus de la naturaleza, al más puro estilo Studio Ghibli, y algo sumamente característico del folclore japonés. Como bien podemos intuir por lo de gato fantasma en el título, la película juega con la vida, la muerte y aquello que se encuentra en ese limbo o frontera, como pudiera ser el caso de Anzu.
El ciclo de la vida, el proceso de un duelo y la pérdida también son elementos de peso que nos acompañan a lo largo de la hora y media de metraje. Aparte, nos muestran cómo funciona una relación, y lo más importante, cuáles son los valores que permiten que esta funcione. Y por supuesto, también hay hueco para el perdón y la redención.

Valorando aspectos más técnicos, la película tiene un desarrollo y una caracterización de personajes correcta, aunque no excesivamente compleja, dejando la sensación de que a nivel argumental no termina de despegar o no sabe muy bien a dónde quiere llegar.
En el apartado visual, sin embargo, goza de un despliegue cromático en los fotogramas de tonalidades cálidas, dulces y agradables, rematado magníficamente con una rotoscopia que dota de un dinamismo sumamente natural y visualmente placentero. Y que nos hace preguntarnos por qué no se utiliza más a menudo si tan buenos resultados ofrece, como también fue el caso de Las Flores del mal (2013).
Para quien no esté familiarizado con esta técnica de animación, la rotoscopia consiste en dibujar encima de los fotogramas, método que a la hora de elaborar el movimiento seguramente facilita mucho la tarea. Pues aquí se tiene directamente la referencia del propio cuerpo humano. Más si los propios actores, como ha sido el caso de Moriyama, se caracterizan como el propio personaje para ayudar aún más en este proceso e interpretar mejor.
Evaluando la obra en conjunto, seguramente lo más destacable de Anzu, el gato fantasma sea sin duda las actuaciones y la calidad de la animación. El guión, sin ser algo sumamente destacable, cumple con su premisa. Nos queda así una película que, si bien no te cambiará la vida, desde luego tampoco pierdes nada por verla, permitiéndote pasar, como mínimo, un rato agradable y liviano.
Sí que se agradecen esas, podríamos decir, «salidas de tono» que tiene en su trama que rompen un poco el ideal de valores «puros» propios del anime y que a nosotros nos recuerdan a obras a las que guardamos especial cariño, como puede ser Shin Chan, que nos ejemplifican que ni siquiera los adultos, como Anzu o la madre de Karin, se comportan muchas veces correctamente.
Por todos estos motivos pensamos que Anzu, el gato fantasma desde luego merece la pena y esperamos de corazón que os animéis a verla y nos comportáis vuestras opiniones tanto en redes sociales como por aquí en comentarios. ¡Un abrazo y nos leemos pronto!