¡Bienvenidos de nuevo, grumetes! Hoy os traemos un artículo muy especial. Un artículo con el que queremos alabar el enorme talento de una de las figuras más prometedoras del panorama actual de la animación japonesa. Os presentamos a la directora Megumi Ishitani y esta es la fan letter que le dedicamos.
Muchos habrán entendido la referencia. Hemos escogido este título para el artículo como guiño a uno de los últimos trabajos de la directora: el episodio especial One Piece Fan Letter. Hablaremos más de este especial a lo largo de este post, pero no es su único trabajo interesante. Su recorrido es todavía reducido, pero ha sabido hacerse notar cada vez que ha hecho acto de presencia, así que vamos a hacer un repaso a su todavía breve pero prometedora carrera.
Los primeros pasos de una pirata aventurera

Megumi Ishitani nació en 1991 en la prefectura de Hyōgo, Kansai, y sus intereses la llevaron a entrar en la Universidad de las Artes de Tokio. No tardó en darse cuenta de que su vocación era la dirección y esa fue la ruta hacia la que orientó su carrera. Así, en 2015 se graduó en el departamento de animación de la escuela de posgrado de cine, habiendo participado en el prestigioso programa GEIDAI.
Todavía es posible encontrar por internet algunos de los proyectos que llevó a cabo en esa época de estudiante. El más destacado es su trabajo de posgrado, el cortometraje Scutes on my mind, con el que ya apuntaba maneras. En él podemos apreciar algunos de los rasgos que a día de hoy caracterizan el estilo de la directora, como son su notoria inclinación por la narración visual y la importancia que da al uso de los planos.
Tras graduarse, Ishitani empezó a trabajar en el gigante Toei Animation. Sus primeras apariciones las encontramos en series como Butt Detective o Dragon Ball Super, donde comenzó su andadura como ayudante de dirección. Fue en Dragon Ball Super, bajo la tutela de Ryōta Nakamura y Tatsuya Nagamine, donde pudo debutar como directora y guionista gráfica, encargándose de los episodios 107 y 131. Este último, de una responsabilidad que no acostumbra a recaer en el personal novel, pues se trataba del episodio final de la serie.
No obstante, en ninguno de estos trabajos pudo dar verdadera rienda suelta a su creatividad. Por suerte, en esa época encargaron a Tatsuya Nagamine la dirección del arco de Wano en One Piece y se llevó a su pupila con él. Ahí es donde empezó a darse a conocer, trabajando en primera instancia como ayudante de dirección, para después ocuparse de dirigir episodios por su cuenta.
La que estaba llamada a surcar el Grand Line
En su andadura en One Piece hasta la fecha actual, Megumi Ishitani ha dirigido tres episodios de la serie regular (957, 982 y 1015), dos de sus openings (el 25 y el 26), el ya mencionado episodio especial One Piece Fan Letter y algún que otro cortometraje. En la mayoría de estos trabajos, y en alguno más, se ha encargado también de los storyboards. Es un recorrido muy limitado, cierto, pero eso no le ha impedido convertirse en una de las grandes favoritas de los aficionados de la franquicia pirata por excelencia.

Tal vez penséis que exageramos. ¿Cómo puede alguien tener un impacto significativo en una obra de esta magnitud con una participación tan escueta? A fin de cuentas, en One Piece han participado docenas de directores a lo largo de su historia, muchos de ellos también muy brillantes. Es cierto, el aporte de Ishitani a esta franquicia es una gota en el océano, pero, aun así, ha logrado destacar gracias al componente cinematográfico que ha sabido aportar a la obra.
Ya sea mediante el uso de la iluminación, el color y el enfoque como elementos narrativos, el empleo de planos con diferentes capas o el aprovechamiento de las transiciones como herramienta con la que fortalecer el ritmo de la historia, la directora no ha escatimado recursos a la hora de aportar vida a las imágenes de la pantalla. ¿Y no es precisamente eso en lo que consiste la animación?
Cuando una mano se aparta para revelar a un personaje alejándose en la distancia, este simple gesto se convierte en una despedida. Si una sombra separa a una joven de su sueño, su lucha por alcanzar lo imposible queda retratada. Cuando una bebida derramada se vuelve de un rojo intenso, podemos prever que habrá derramamiento de sangre. Y si vemos a Luffy salir de las llamas que engullen a un personaje del pasado, no necesitamos preguntar quién ha heredado su espíritu.




Podríamos seguir durante horas con los ejemplos, pero se entiende la idea. Con estos y otros recursos, Ishitani se las ha arreglado para crear espectáculos rebosantes de energía y muy ricos en detalles, aun cuando no ha dirigido episodios con grandes escenas de acción. La verdad es que no los ha necesitado.
Trabajo tras trabajo, la directora ha ido creciendo y encontrando nuevas formas de plasmar su estilo, alcanzando uno de los puntos álgidos de su joven carrera en el episodio 1015 de One Piece. Con la responsabilidad y el honor de adaptar el capítulo 1000 del manga, Ishitani perfiló el que es, para muchos, uno de los mejores episodios de toda la serie.
Con un ingenioso juego de colores, y en un alarde de comprensión profunda y amor por la obra, fusionó dos flashbacks separados por casi 400 capítulos del manga para plasmar el momento de revelación tan especial que llevó a Yamato a convertirse en quien es. No contenta con ello, configuró una escena final desbordante de carisma, con una entrada triunfal digna de los mejores héroes y una elegante secuencia final que evoca, con una enorme carga de emoción, los acontecimientos que llevaron a los personajes hasta ese preciso momento.




Nuevas islas, nuevas aventuras por vivir
Tras su participación como directora de episodio en la serie regular, Ishitani tuvo la oportunidad de dirigir los openings 25 y 26 de One Piece. Este es un formato que encaja muy bien con los talentos de la directora, que destaca por su capacidad para narrar con imágenes. Es una faceta que siempre hemos visto plasmada en sus guiones gráficos, que tienden a ser de un detallismo casi obsesivo, pero que destaca incluso más aquí, al tratarse de un tipo de animación que no incluye diálogos.
Ambos openings comparten que están formados por secuencias vibrantes y repletas de sustancia, con transiciones rápidas que permiten incluir mucho contenido en poco tiempo. En cierto modo, se pueden considerar atípicos dentro de la franquicia, y eso les proporciona una mayor frescura, pero la energía y buenas vibraciones que transmiten son cualidades que encajan a la perfección con la obra.




El concepto del opening 25 es bastante sencillo, aunque no por ello menos disfrutable. Ishitani planteó una secuencia de rápidas imágenes que pivotan en torno a un círculo que esparce alegría a su alrededor, igual que el Dios del Sol que simboliza. Coincidiendo con la recta final del arco de Wano, este opening representa la cristalización de todas las emociones positivas que surgen tras la resolución de los conflictos.
Por su parte, el 26 es un resumen fascinantemente creativo del arco que acompaña, con una escena intermedia —el «pase de vestuario»— que hace las veces de oda a la historia de la franquicia. En este opening podemos apreciar en su máximo exponente la habilidad de Ishitani para conectar escenas, ideas y conceptos. Mediante todo tipo de match cuts rápidos y transformaciones locas, las escenas cambian en un parpadeo, pivotando, mutando o literalmente zambulléndose en otras, hilando toda la secuencia de apertura de forma maravillosa.




El otro formato en el que hemos visto a Ishitani destacar es el de los cortometrajes. Es una categoría de animación a la que ha estado unida desde sus tiempos de estudiante, pero que también ha podido explotar como trabajadora de Toei Animation.
Ya en sus primeros años en el estudio, su más que patente amor por los dinosaurios dio vida a Jurassic!, un adorable corto que se hizo para dar visibilidad a los trabajadores más jóvenes de Toei. Unos años más tarde, dirigió un vídeo musical creado para acompañar la canción Kaze no Yukue, de la película One Piece Film: Red. Este fue un trabajo de una delicadeza y sensibilidad infinitas, donde exprimió todo lo que pudo el uso de los planos subjetivos —muy comunes en su estilo— para recalcar la carga emocional de las escenas.


One Piece «Love» Letter
Sin embargo, Ishitani escondía un tesoro todavía más valioso. ¿Quién iba a imaginarse que uno de los más fieros competidores a mejor episodio de todo One Piece llegaría de manos de un especial que ni siquiera forma parte de la historia canon original? Con One Piece Fan Letter, Megumi Ishitani alcanzó su Gear 5 personal y os vamos a explicar por qué.
Este especial de televisión se produjo para celebrar el 25 aniversario del anime y se emitió justo antes de un importante parón en la serie. En sus 24 minutos de duración, cuenta la historia de aquellos que no están bajo los focos. Aquí los protagonistas son esos personajes anónimos que no viven grandes aventuras ni se embarcan en barcos pirata. Solo intentan vivir sus vidas lo mejor posible en los tiempos tormentosos que les han tocado.
Si algo ha lastrado a Megumi Ishitani en otros de sus trabajos ha sido la imposibilidad de contar una historia propia, problema que se difumina en One Piece Fan Letter. Este especial está basado en la novela One Piece novel: Historias de los Sombrero de Paja, pero se trata de una adaptación parcial y muy libre, con infinidad de cambios fundamentales con respecto al original.

One Piece Fan Letter recoge varias de las tramas y personajes de la novela y los combina para crear una única historia con líneas argumentales entrecruzadas. Ser capaz de ensamblar una historia de estas características es una tarea bastante complicada, ya que no siempre es fácil alcanzar la sensación de unidad y armonía necesaria para que funcione. Pero cuando se hace bien, el resultado puede llegar a ser muy satisfactorio. Eso es precisamente lo que ocurre en este episodio, donde cada parte del engranaje está bien colocada y perfectamente engrasada para que el todo global funcione.
En One Piece Fan Letter, Megumi Ishitani hace gala de su sentido de la narrativa cinematográfica y crea un puzle que se construye poco a poco, donde cada pieza importa y tiene una función. Como espectadores, podemos sentir cada vez que dos piezas se conectan —literalmente podemos oírlo—, y así la narración nos conduce hacia un clímax final en el que cada pequeño suceso adquiere relevancia y todos los sentimientos de los personajes emergen de forma catártica.
One Piece Fan Letter es un episodio especial realmente especial. Brilla con luz propia porque cada escena tiene matices y sabor. Hace que todos los personajes se sientan vivos, incluso cuando no son el foco principal. Y, en definitiva, eleva una historia mundana —al menos, mucho más mundana de lo que nos tiene acostumbrados la franquicia— a la categoría de pequeña gran aventura evocadora.




Debemos, no obstante, hacer una pequeña aclaración. Todo Rey de los Piratas necesita una buena tripulación y Megumi Ishitani no habría llegado tan lejos sin sus compañeros. Keisuke Mori ha sido el confiable navegante de su barco durante buena parte de su travesía, actuando como animador, director de animación o diseñador de personajes en varios de los trabajos de la directora. Asimismo, Momoka Toyoda aportó sus habilidades como timonel en One Piece Fan Letter, proyecto al que se unió como guionista.
Entre los tres, y con ayuda de muchos otros compañeros, han construido pieza a pieza la emocionante historia que ahora tanto alabamos.
Más allá de Laugh Tale
Los trabajos de Megumi Ishitani hasta la fecha demuestran dos cosas: que tiene todo lo necesario para convertirse en una directora legendaria y que el formato de serie semanal se le queda pequeño. Los recursos y tiempos en este tipo de producciones son bastante limitados y pueden quedarse cortos ante el potencial imaginativo de los directores con miras más ambiciosas: Ishitani necesita un océano más amplio por el que navegar.
En una entrevista reciente, la directora ha comentado que le interesa la idea de dirigir un largometraje y no podemos más que compartir ese sueño con ella. Sea una película de One Piece u otro filme original no relacionado con la franquicia, sus fans queremos que este deseo se haga realidad. Por lo pronto, mientras escribimos estas líneas Ishitani acaba de estrenar un nuevo trabajo: el opening de Witch Watch. El Grand Line ya no es el único mar por el que navega.

Megumi Ishitani, sabemos que vas a emprender una fantástica aventura que inspirará a miles de aficionados, y por eso no nos queda más que romper esta fan letter y verte zarpar a ti y a tu tripulación a la conquista de los vastos mares de la animación. Estamos seguros de que serás la futura Reina de los Piratas.
[…] Megumi Ishitani Fan Letter […]