¡Muy buenas de nuevo, queridos lectores de Hanami Dango! Aunque nos estemos arrastrando por el suelo con los horribles calores que han hecho este verano, nosotros no paramos de dar el callo por aquí. Y es que en esta ocasión os venimos a hablar de una de las series que más se han viralizado en lo que llevamos de año.

También conocido como Takopi’s Original Sin o Takopii no Genzai, este anime de tan solo seis episodios emitidos en formato ONA es una adaptación de su homónimo manga de dos volúmenes, escrito y dibujado por Taizan 5 y publicado en España por parte de Distrito Manga. El anime ha corrido a cargo del estudio Enishiya, emitiéndose entre el 28 de junio y el 8 de agosto de este año, por lo que acaba de finalizar hace muy poquito.

Antes de nada, es conveniente avisar de que en este artículo vamos a analizar y comentar todos los temas que bajo nuestro juicio se tratan en la obra, por lo que sí, estará cargado de spoilers. Si no os la queréis destripar, os recomendamos que vayáis corriendo a Crunchyroll a echarle un ojo, que está superbién.

El pecado original de Takopi Crítica - 02 - Hanami Dango

Empezamos la historia con una premisa bastante similar a la mítica serie del gato cósmico, donde un pulpo, que en este caso sería un extraterrestre en lugar de un robot del futuro, llega a la Tierra repleto de un montón de artilugios con funciones de lo más peculiares, y cuyo objetivo principal es hacer felices a los demás. En este caso se encuentra con Shizuka (compartiendo nombre con la protagonista de Doraemon, aunque a diferencia de su tocaya no estaría sexualizada, gracias al universo), quien le da de comer, y haciendo que el pequeño Takopi decida dedicarse a ayudarla.

La diferencia es que, aunque comparta la trama de bullying de Nobita, nos encontramos ante una situación muchísimo más extrema. Cada día que Shizuka se encontraba con Takopi se la veía más desanimada, con más heridas, más desesperada, y todo por culpa de Marina, la compañera de clase que no la dejaba ni respirar. Todo esto escaló al único final que se podía esperar: el suicidio de Shizuka. Al sentirse absolutamente arrinconada y sin ninguna ayuda, desaparecer era la única forma de escapar del miedo y del dolor.

Cabe recordar que las personas que se suicidan no lo hacen porque quieran morirse, sino porque es el único alivio que encuentran a una situación vital donde no paran de sufrir y no ven otra escapatoria a su malestar (si la persona que está leyendo se siente así, por favor, pide ayuda).

Pero lo que parece ser una simple trama de acoso escolar que termina en suicidio no es más que la punta del iceberg de una crítica social con muchísimo más trasfondo que solo ese. A fin de cuentas, hay que mirar mucho más allá de lo que todo aparenta a primera vista.

Antes de ponernos a profundizar sobre cómo avanza la trama y sobre la importancia del resto de protagonistas, hay una crítica indirecta de lo más curiosa: la lamentable actuación por parte del cuerpo docente. Es cierto que en la vida real hay muchos casos de bullying donde se hace a escondidas y no resulta tan evidente, pero no todos son así ni mucho menos.

Creo que la gran mayoría de los que hemos pasado por el colegio o el instituto, hayamos sido víctimas o no, en alguna ocasión hemos sido testigos de cómo esto se hacía delante de las narices de los profesores y han preferido mirar para otro lado. Hay una triste realidad y es la enorme falta de vocación y humanidad que tienen muchos de los que se supone que deberían velar por la educación y el bienestar de nuestros hijos. Aunque lógicamente no es el caso de todos, los hay que son, tristemente, cómplices necesarios.

En el caso de Takopi, tenemos a una niña con un pupitre lleno de mensajes de «muérete», con la maleta y la ropa destrozada, la cara llena de moretones… Y aun así nadie hace nada, los profesores ignoran el asunto, no llaman a los padres, no avisan a los servicios sociales… Suena tan exagerado pero tan realista a la vez. Es duro, muy duro de ver y de ser consciente de ello.

Pero volviendo a la historia principal, llegamos al momento de conocer al personaje central de la obra: Marina. Gracias a una cámara de fotos que le permite volver atrás en el tiempo, Takopi decide retroceder para descubrir por qué Shizuka se ha suicidado y qué le ha causado tanto dolor como para ello.

Al acompañarla a clase, descubre a esta niña que no para de hacerle la vida imposible: la humilla públicamente, le tira la mochila por la ventana, se ríe de ella por no poder terminarse la comida… Takopi, pensando puede ayudarla, usa su cámara para arreglar todo esto, haciendo que Shizuka salga airosa de esas situaciones, pero consiguiendo el efecto contrario: cabrear todavía más a Marina.

Cuando esta cita a Shizuka detrás de la escuela, Takopi decide disfrazarse de su pequeña amiga porque tiene una firme convicción: la comunicación lo arregla todo. Para él, su mayor objetivo es que ambas se hagan amigas y así se arreglaría todo. Pero se topa de bruces contra la realidad: a Marina no le valen las palabras; desde el momento en que la ve prácticamente da al disfrazado Takopi la paliza de su vida, generando en él una sensación de pánico y ansiedad que nunca antes había experimentado.

El pecado original de Takopi Crítica - 01 - Hanami Dango

Fue la primera vez que fue consciente del terror que se puede sentir hacia otros seres humanos, uno de los mayores miedos que se puede tener. Cada vez que veía la mirada de odio de Marina y recordaba todo el daño que le había hecho, se le hacía un nudo en la garganta y se le ponía la piel de gallina.

Sin embargo, como hemos mencionado antes, todo va mucho más allá de lo que parece, y es que la animadversión que siente Marina por su compañera de clase tiene una raíz. Resulta que la madre de Shizuka trabaja como mujer de compañía, siendo el padre de Marina su mejor cliente. Esto lleva a dos cosas: los problemas matrimoniales entre los progenitores de la pequeña y el gasto económico de su padre en la madre de Shizuka, haciendo que esta última viva de ello.

Cada día al volver de la escuela el panorama en su casa es el mismo: discusiones infinitas entre sus padres, la insistencia de su madre por querer recuperar algo que está roto, el maltrato psicológico que sufre Marina por parte de su progenitora y el tener que verse irremediablemente forzada a posicionarse con uno de ellos. Un desgaste emocional continuo en toda regla.

Muchas veces las personas tenemos la tendencia de buscar un culpable de nuestro malestar para poder volcar todo nuestro tormento y frustración sobre él, y así ha ocurrido entre las dos jóvenes. Al ver a Shizuka como la máxima beneficiada de lo que estaba pasando, Marina terminó yendo a degüello a por ella, siendo este un caso muy común de víctima que se convierte en verdugo.

Hay una frase muy conocida que dice: «Las personas vamos al psicólogo por culpa de los que realmente deberían ir», que viene a significar que en multitud de ocasiones acabamos desquiciados debido a las acciones de otros. Marina, siendo víctima del egoísmo de su padre y del maltrato de su madre, se convierte en verdugo de Shizuka, revictimizándola, puesto que ya sufría por tener a un padre totalmente ausente y a una madre que no procesaba ningún amor hacia ella.

Y en este punto llegamos al plan maestro de Marina, con el cual cumpliría su propósito: eliminar todo rastro de felicidad en la vida de su enemiga jurada. Y es que a Shizuka solo le quedaba una cosa le hacía sonreír: Chappy, el perrito que le regaló su padre antes de abandonarla. Un animal grande, dulce y cariñoso que le daba todo el amor que nadie más le hacía sentir, siendo su lugar seguro, su refugio ante la agonía que la rodeaba.

Una noche mientras lo paseaba, Marina se acercó a ella y empezó a agredirla, provocando una lógica reacción instintiva de su perro, quien le dio un suave mordisco para salvar a su dueña. Por si no lo sabéis, si un animal ataca a un humano y es denunciado, va de cabeza a ser sacrificado. Y gracias a esto, descubrimos que esta es la causa definitiva por la que Shizuka se suicidó en el primer bucle temporal; ya no le quedaba ningún lugar seguro, de modo que no le quedó más remedio que terminar con su vida.

Takopi vuelve atrás en el tiempo una y otra vez, pero es incapaz de salvar a Chappy. Hiciera lo que hiciese, Marina los perseguía, y hacía todo lo que estaba en su mano para lograr aquello que tanto deseaba. Y tras esto, al día siguiente de la muerte de Chappy, Marina se lleva a Shizuka a un bosque para darle una nueva paliza, descargando todas sus emociones y culpándola de nuevo por todo lo que ella está viviendo en su casa.

Cuando Takopi se da cuenta de que sus esfuerzos son en vano, solo le queda una opción: apartar a Marina de su amiga, pero siendo tan brusco que acaba matándola, dando lugar a un cambio radical en Shizuka; toda su desesperación se convirtió en felicidad. Por fin la fuente de todo su sufrimiento había desaparecido, haciéndole ver la vida de otro color. Es ridículo pensar cómo un ser humano puede estar tan contento al ver a otro morir, pero es una consecuencia de un estado de estrés tan grande que te hace perder cualquier ápice de moralidad.

Pero aquí llega Azuma, el tercer traumatizado de la serie, siendo testigo del asesinato de Marina. Aquí la obra nos muestra una nueva faceta del daño que generamos sobre los demás: las expectativas y las comparaciones. Azuma es un niño que, a pesar de tener unas muy buenas notas, es constantemente increpado por su madre, haciendo siempre alusión a lo mismo: «no estás al nivel de tu hermano».

Y es que este ha pasado toda su vida siendo una sombra del primogénito de sus padres. Frases como: «Si te he criado exactamente igual que a él, no entiendo cómo has podido salir así» son el día a día del pequeño, viviendo bajo una presión y un hostigamiento ininterrumpidos. Esta no deja de ser otra forma de maltrato psicológico que, desgraciadamente, padece mucha más gente de la que creemos.

Todo esto provocando, como en el caso de Marina con Shizuka, que creciera en su interior un odio hacia su hermano que realmente no había hecho nada más que estudiar y portarse bien. Es curioso cómo en dos situaciones tan extremadamente diferentes hay un claro patrón común: personas adultas, con su clara falta de empatía y un egoísmo evidente, dando lugar a sufrimiento y a odio sin pararse a ser autocríticos ni hacer nada por ellos.

Y nos lleva a un punto clave: cuando Azuma lo presencia, su instinto de persona con valores éticos le quiere hacer confesar lo que ha visto, pero ocurre algo que nunca le había pasado, y es que Shizuka le dice «te necesito». Después de llevar toda la vida siendo un absoluto segundón y haciéndole creer que no servía para nada, por fin alguien lo necesitaba de verdad.

El «ser de utilidad» para otra persona es atroz, puesto que no te quieren por quién eres ni por cómo eres, sino por las cosas en las que les beneficias. En cierta manera, él también se aprovecha de ella y se beneficia emocionalmente de que alguien dependa de él. Pero no deja de ser una relación falsa e irreal que no se sostiene por ningún lado.

Sin embargo, tras una serie de sucesos de la trama en los que tampoco vamos a entrar demasiado, Azuma termina confesando su implicación en el caso tras descubrirse el cadáver de Marina. Pero Shizuka por su parte decide viajar a Tokio junto a Takopi con el fin de encontrar a su padre, quien supuestamente estaba cuidando de Chappy tras el incidente con su fallecida enemiga.

No obstante, la realidad es mucho más cruel de lo que cabía esperar, y es que cuando la puerta de la casa de su padre se abrió no se encontró con su tan amado perro. Lo que en realidad presenciaron sus ojos fue a dos niñas, hijas de la nueva relación de su padre. Y cuando estas le preguntaron por Shizuka, él dijo que no sabía quién era, desentendiéndose nuevamente de la niña que una vez engendró.

Esto nos hace volver a lo que hemos estado hablando hasta ahora: nuestra protagonista vuelve a ser víctima de uno de sus progenitores. Y además de ello, Takopi reconoce que es incapaz de seguir ayudándola con el tema de Chappy, lo que hace despertar del todo su gran cambio: una vez más, la víctima se convierte en verdugo.

Y es que Shizuka coge una piedra y le propina tal golpe al pequeño alienígena que le hace desmayarse, pero la mirada que ella tenía en ese momento le despierta recuerdos del pasado, un pasado clave para esta historia en todos sus sentidos.

Takopi recuerda que viene del futuro, donde había conocido a Marina y se había hecho su amigo. Una Marina adolescente borde, solitaria y con una cicatriz en su cara. Y aunque esta lo tratara mal y le zurrase de vez en cuando, poco a poco comienzan a cogerse cariño. Pero en todos aquellos años su vida solo había ido a peor: su padre la había abandonado definitivamente y su madre no paraba de hacerle daño físico y psicológico. De hecho, esa cicatriz había sido culpa de ella.

Hay una escena, después de ser golpeado por Marina, donde Takopi la mira y le dice, inocentemente: «Cuando me pegas estás imitando a tu madre, ¿no? Así debe de ser cómo las madres crían a sus hijos». Esta escena se podría calificar de terrorífica ya que, desde la inocencia que caracterizaba tanto a nuestro pequeño Doraemon rosa, estaba dando a entender algo que ya hemos hablado a lo largo de este artículo: las víctimas se convierten en verdugos. Ella aprendió a pegar copiando cómo se lo hacía su madre a ella. Así comenzó el acoso a Shizuka.

Durante ese tiempo, Marina empieza una relación con el Azuma adolescente, lo que hace que su madre cambie de carácter. Pero cuando Shizuka adolescente volvió a la ciudad tras haber estado fuera durante varios años, este la dejó por su antigua compañera de la escuela, haciendo que la ira de la madre de Marina cayera sobre ella, culpándola por no ser suficiente.

En defensa personal, Marina termina matando sin querer a su madre, y luego decide suicidarse, agotada mentalmente por todo lo que había vivido, por todo el maltrato, el rechazo, la soledad… Primero la abandona su padre, después su madre le hace vivir un infierno y ahora su novio la deja por la hija de la mujer con quien su padre fue infiel a su madre. La palabra «terrible» se queda corta.

Así pues, Takopi vuelve atrás en el tiempo para matar a Shizuka, creyendo que es la única manera en que podría salvar a Marina. No obstante, pierde la memoria al volver. Y ya lo que pasa después lo sabéis. Es muy curioso cómo aquí se habla básicamente de las perspectivas. Cuando Takopi era amigo de Marina, veía que Shizuka era la causante de su dolor, pero cuando era amigo de Shizuka, tuvo claro que la mala era Marina, al punto de asesinarla aunque fuera por accidente.

La vida está llena de matices y no siempre las cosas son como parecen. Por mucho que desde fuera podíamos ver ciertos comportamientos por parte de ambos, especialmente en el caso de Marina, al final hay un contexto que, aunque no justifique los actos, sí que explica de dónde viene todo lo que han pasado las niñas.

Cuando Takopi y Shizuka se reencuentran, esta finalmente se desahoga, le cuenta cómo se siente y todo el dolor que ha pasado hasta el momento. El alienígena entonces decide sacrificarse para volver por última vez atrás en el tiempo, consiguiendo gracias a sus poderes que Shizuka y Marina se hicieran amigas, que es lo que él siempre quiso.

Takopi siempre creyó en el poder de la comunicación y fue su deseo hasta el final. A fin de cuentas, él había sido amigo de ambas y pensaba que si se apoyaban la una a la otra podrían salir adelante juntas. La realidad es que las dos estaban totalmente solas en el mundo y podían entender su dolor mejor que nadie. Cuando dos víctimas se juntan y se comprenden pueden formar lazos de apoyo muy fuertes.

Antes de finalizar no queremos dejar de mencionar el sublime apartado audiovisual que tiene esta serie. Con una dirección maravillosamente impecable, nos encontramos ante uno de los animes más currados de 2025. A pesar de que el estudio Enishiya no tiene tantos años de antigüedad y hasta la fecha se han limitado simplemente a hacer cosas más cortas, aquí han podido demostrar con creces todo de lo que son capaces.

La banda sonora está superbién pensada, tanto para los momentos más «felices» (que no son muchos) como para las escenas más dramáticas y violentas, creando una ambientación perfecta para cada momento. Lo bien que se ha trasladado, además, el estilo de dibujo al anime, haciendo casi un calco, es impresionante.

Tampoco podemos dejar atrás lo bien elegidos que están los colores. Teniendo una paleta de colores más bien brillante, aprovecha considerablemente el uso de las sombras para jugar con el contraste entre lo infantil de Takopi y los niños y su lado más oscuro y sangriento.

De hecho, en nuestra humilde opinión, el episodio 5 es posiblemente el mejor episodio de animación de los últimos años. Partiendo de la base de que está gloriosamente bien animado y dirigido, todo lo que ocurre a lo largo de su trama es un sinfín de emociones. Toda la historia de Takopi con Marina, la muerte de su madre, su suicidio, el sentimiento de angustia y de terror… Es sublime la manera en que consiguen hacernos vibrar a los espectadores de esta manera. Una obra maestra.

En fin, ¡hasta aquí llegamos! Hemos tratado temas muy sensibles a lo largo de este artículo. Nos encontramos ante una obra con muchísimo que contar y hemos intentado hablar al máximo de ello. Sería un placer para nosotros que nos dejarais lo que opináis sobre esta pedazo de serie y si estáis de acuerdo con todo lo que hemos sacado de ella.

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