¡Alabada sea la juventud, amigos de Hanami Dango! El estado actual del mercado del manga, tanto en España, Latinoamérica como el resto del mundo, es un no parar de novedades. Aun así, nunca está de más volver a los clásicos, como ya hiciéramos hace poco con el shojo Querido hermano. Hoy, con motivo de la salida del segundo tomo de la nueva edición de Planeta, es turno de hacer una recomendación del seinen Santuario, de Sho Funimura y Ryoichi Ikegami.

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Título: Santuario.
Autores: Sho Funimura (guion) y Ryoichi Ikegami (arte).
Editorial: Planeta Cómic.
Traductor: Marc Bernabé.
Géneros: drama y suspense.
Volúmenes: 6 tomos dobles (2 publicados a fecha de este post).

La historia de Santuario tiene dos protagonistas. Por un lado, encontramos a Chiaki Asami, secretario de un veterano diputado de la Dieta, el parlamente japones. ¿De qué partido político? Bueno, aunque en los capítulos del primer tomo se dice, el propio manga nos deja en claro que esa respuesta no es relevante. El otro es Akira Hôjô, quien es un líder de la yakuza en el distrito de Roppongi, concretamente de la banda Hokushôkai, que pertenece a la Federación Sagara.

Pese a que la lógica nos diga que la política y el mundo criminal deberían ser mundos antagónicos, amistades como las de Feijóo y Marcial Dorado nos dicen lo contrario. La relación de Chiaki y Akira no escapa a esto, aunque no de la misma forma que como ocurre en el mundo real. Sí, están aliados, pero lo que une a estos dos va más allá de sus propias carreras en sus respectivos ámbitos.

Chiaki y Akira están unidos desde muy jóvenes, lo que se ve amplificado con la relevación con la que acaba este primer volumen doble (no os preocupéis, no la vamos a revelar). Su objetivo es llegar a la cima del poder en Japón para poder hacer realidad su «santuario». Comprendieron que el mundo político y el criminal estaban entrelazados y que, si querían cumplir con su objetivo, debían llegar a la cúspide de cada uno. Chiaki debe convertirse en el Primer Ministro nipón y Akira en el mayor líder de la yakuza.

Es así como la historia de Santuario nos muestra los conflictos que tienen que enfrentar cada uno en sus respectivos caminos por llegar a lo más alto. Esto no evita que se echen una mano mutuamente cada vez que la situación se lo permite, mientras intentan mantener las apariencias. En esto último, les pondrá las cosas complicadas Kyôko Ishihara, la vicecomisaria de la comisaría de Roppongi, quien desconfía bastante de Akira y parece estar encontrando un hilo del que poder tirar.

Sho Funimura firma un guion que combina el thriller criminal y político de una forma muy interesante y con un ritmo muy ágil en el que no puedes estar tranquilo ni en la más nimia conversación. Esto no es de extrañar, pues Sho Funimura es uno de los dos nombres artísticos de Yoshiyuki Okamura. El otro nombre que suele usar es el de Buronson, que  seguro os suena a algún lector más. Un autor que, a día de hoy, puede pasar más desapercibido para los lectores más noveles, pero que es, sin dudas, un escritor de manga que ha marcado época. Con obras como El Puño de la Estrella del Norte o la propia Santuario, es innegable que es parte inseparable de la historia del manga.

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Sho Funimura, también conocido como Buronson.

Además, viene cargado con una crítica política muy interesante, atacando al funcionamiento endogámico de las estructuras de poder. Para ascender políticamente, solo puedes cumplir una serie de pasos lamiendo las botas de los que estaban antes que tú. Cuando ya peines canas o una reluciente calva, puede que consigas un puesto de diputado en la Dieta si has sabido dorar bien la píldora y tener dinero. Con suerte, quizás hasta consigues un ministerio.

La crítica a que la política parece limitada a gente que ya seguramente tenga nietos se refleja bastante hoy en día. No podemos olvidar que, en el país con mayor influencia en occidente, la última carrera por la presidencia empezó con dos ancianos que deberían estar en un centro para el tratamiento de la demencia en lugar de debatiendo por dirigir un país.

En el mundo del hampa, se mantiene esta temática, pero, quizás por la propia idiosincrasia de la yakuza, no tiene el mismo impacto ni desarrollo que su contraparte política.

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De todas formas, la postura que toma el manga no está exenta de críticas. Llegado cierto punto cae un poco en una crítica política de brocha gorda al estilo «todos son iguales». Sí, es verdad que la influencia política del establishment acaba generando la sensación de que da igual a lo que votes y que las ideologías no tienen valor. El problema es que esa es una crítica con la profundidad de un charco que lo único que ha hecho en los últimos años es aumentar las filas de la peores ideologías y que, irónicamente, más sirven a dicho establishment.

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Ryoichi Ikegami

Esto es un punto que es más adecuado desarrollar una vez terminada la obra, ya que podremos ver el mensaje del manga en su totalidad. Aun así, eso no quita que, bajo los términos de lo que nos muestra este volumen, dicho mensaje tenga que mejorar sus cimientos. Nosotros mantenemos nuestra recomendación con Santuario y que vosotros saquéis vuestras conclusiones, al igual que nosotros sacamos las nuestras.

Por el lado de Ryoichi Ikegami, habitual colaborador de Sho Funimura, hablamos de un dibujante de gran calidad. Para suerte de todos los lectores, se sigue manteniendo vigente en la actualidad con obras como Trillion Game, pese a empezar en los años 70 con la adaptación al manga del personaje de Spider-Man. También es el dibujante de otro clásico del manga como es Crying Freeman.

Siendo de un estilo de dibujo más realista, su arte es uno de los puntos fuertes de la obra. Su dibujo consigue darle una marcada apariencia ruda a personajes de los bajos fondos y una fachada imponente a los hombres de poder. Especialmente destacable es su trabajo con las expresiones faciales. Santuario está lleno de viñetas de primeros planos de caras de personajes e Ikegami es consciente de lo mucho que se puede expresar con ellas. El semblante de un rostro cambia mucho a la más mínima sombra o cambio de ángulo que le apliques.

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Pequeño guiño a Santuario (y Adolf) en la película El Quinto Elemento.

Hay motivos de sobra para traeros esta recomendación de Santuario. Un manga mítico con un estilo de thriller político-criminal la mar de interesante y un dibujo que no se queda para nada atrás. Además, viene de la mano de dos autores a los que cualquier fan del manga les debería dar una oportunidad.


¿Tenéis ganas de darle una oportunidad a este clásico del manga? Sí ya habéis leído el primer volumen, ¿estáis deseando haceros con el segundo? Estamos deseando leer vuestros comentarios, ya sea por aquí o a través de nuestras redes sociales. ¡Nos vemos en la siguiente revolución, queridos lectores de Hanami Dango!

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