¡Bienvenidos, lectores de Hanami Dango! Ya estamos en pleno tórrido verano, pero todavía tenemos muy presente la pasada temporada de primavera. Una temporada en la que se estrenaron varios títulos de renombre, asistimos al regreso de varias franquicias populares y también vimos surgir algún que otro anime sorpresa. Entre estos últimos encontramos Love After World Domination, serie a la que le dedicamos la crítica de hoy.
Love After World Domination es una comedia romántica con mucho humor y momentos cuquis que ha conseguido mantenerse con la cabeza alta en una temporada con muchísima competencia. En las siguientes líneas vamos a darle un repasillo a la serie destacando sus puntos fuertes y comentando también aquellos aspectos en los que no ha brillado tanto. ¡Comenzamos!

Esta es la historia de una pareja de tortolitos tan adorable como singular. Por un lado tenemos a Fudō Aikawa, quien es el líder de un escuadrón de héroes que lucha por la justicia. Y por el otro tenemos a Desumi Magahara, una de las líderes de una organización de villanos que tiene como objetivo la dominación mundial. Fudō y Desumi están destinados a ser enemigos mortales, pero el amor florece inesperadamente entre ambos. ¿Serán capaces de mantener esta relación prohibida oculta al público o serán presa de un escándalo?
Una comedia asentada en la parodia
Love After World Domination es una comedia romántica un tanto atípica que se presenta como una parodia del género Tokusatsu, más concretamente de la rama Sentai. Si no conocéis estos términos, no os preocupéis, porque os lo ponemos más fácil: como los Power Rangers, pero de coña. La serie se ríe del género desde dentro. Es decir, no se contenta con hacer guiños, sino que utiliza sus esquemas y sus tropos como propios, con el objetivo último de llevarlos al ridículo.

Veámoslo con ejemplos. Para empezar, tenemos el equipo de héroes Sentai arquetipo. Cinco jóvenes con trajes de colores llamativos que luchan contra el mal y están respaldados por un científico brillante que los apoya desde la retaguardia. Por supuesto, no faltan las armas personalizadas, las frases de presentación vergonzosas ni las poses grupales bochornosas. Cada uno de los integrantes se identifica con un sabor de helado diferente —mención especial al helado sabor pistacho—, y no contentos con el ridículo, el equipo al completo recibe el nombre de Gelato 5.
La organización de villanos se hace llamar Gekko. Tienen una calavera como símbolo y están dirigidos por el típico líder supremo que opera desde las sombras. Directamente bajo sus órdenes están los tenientes, todos ellos de estética petulantemente maléfica. Además, tienen un ejército de soldados raso cuyo único propósito en la vida parece ser caer derrotados, y alguno hasta se enorgullece de su habilidad para ello. Además, como era de esperar, cuentan con una base secreta con pasillos tenebrosos. Pasillos que llevan a salas perfectamente iluminadas y tan prácticas como un comedor de empresa donde te sirven el menú del día.

Una serie que se ríe de sí misma sin pudor
La parodia no se queda solo en los detalles y crece hasta englobar todo el contexto que rodea a los personajes. Esto queda reflejado en el hecho de que Gelato 5 a veces parezca más una agencia de idols que un grupo de héroes. Son famosos como si fuesen estrellas del espectáculo, tienen clubs de fans y cada una de sus apariciones causa furor. De hecho, dan por sentado que parte de su trabajo consiste en participar en entrevistas y anuncios publicitarios. Algo que se entiende cuando descubrimos que están financiados por empresas tan aleatorias como una agencia matrimonial.
Gekko tampoco se salva de los disparates y podemos comprobar que funciona más como una empresa que como una organización secreta malvada. Tienen reuniones en las que evalúan el rendimiento del personal —con grafiquitos— e incluso premian al empleado del mes. También cuentan con una residencia para trabajadores que parece sacada de un campus universitario.
Además, los enfrentamientos entre ambos bandos son exageradamente estereotipados. Es difícil tomarlos mínimamente en serio cuando ni siquiera la propia serie parece hacerlo. Desumi y Fudō aprovechan la menor oportunidad para hacer una escapadita a un lugar apartado en el que pasar un rato en modo tortolitos. Los civiles se quedan mirando el espectáculo sin mucha preocupación y los periodistas aprovechan cualquier ocasión para conseguir unas declaraciones en primicia. Y cuando Gekko prepara una emboscada en la playa, esperan a los héroes en una tumbona.

Además, todo el mundo parece dar por sentado de forma implícita que el resultado va a ser el de siempre: ganan los buenos y los villanos se escapan. La pantomima está tan marcada que parece un espectáculo orquestado de antemano del que surgen un montón de momentos absurdos. Esta lógica interna tan endeble podría ser un defecto en otro tipo de obras, pero en esta resulta delirante porque la serie no solo se ríe del género, también de sí misma. Y esto da pie a un montón de golpes de humor bastante buenos.
Vinimos por la comedia, nos quedamos por el romance
La única faceta que la serie se toma más en serio es la romántica. La relación de la pareja protagonista está marcada no solo por el dilema de pertenecer a bandos enfrentados, sino también por la falta de experiencia amorosa por parte de ambos.
En el caso de Desumi, esto se explica porque siempre ha sido ridículamente fuerte, lo que la convirtió en una solitaria. Además, en Gekko es conocida por ser una guerrera cruel y viciosa a la que es mejor temer. Aunque esto no es así —es una chica razonablemente normal a la que le gustan las cosas monas, pintarse las uñas y comer cosas ricas—, esta reputación le ha creado un complejo que le impide apreciar su faceta femenina y, en definitiva, no es capaz de verse como interés romántico de nadie.

En cuanto a Fudō, su principal problema es su obsesión por el ejercicio y la musculatura. Es un tipo sincero y honrado que no puede evitar ayudar a aquel que lo necesite, pero su cerebro está tan lleno de proteínas y tablas de gimnasia que nunca se había planteado tener una relación romántica hasta que tuvo el flechazo con Desumi.
Pero quizás es precisamente por esta inocencia con la que enfrentan su primer amor que resultan tan adorables. No hay nada más mono que verles alegrarse cada vez que tienen que enfrentarse, porque para ellos supone una oportunidad para pasar tiempo juntos. Igual de entrañables son sus intentos por dar nuevos pasos en su relación, ya sea cogiéndose de la mano, teniendo una cita o dándose de comer mutuamente. Muchos de estos momentos son tan encantadores como divertidos, introduciendo también un humor que va más allá de la parodia Sentai.

Un gran ejército no siempre es lo más óptimo
Aunque Fudō y Desumi son el eje central de la trama, la serie no tiene reparo en echar mano de su nada desdeñable elenco de secundarios. De hecho, para tener solo 12 episodios, maneja un número de personajes bastante notable. Del equipo Gelato, solo Pink y Green tienen un papel mínimamente importante en la trama, aunque su participación se concentre en episodios bastante concretos. En el bando de Gekko destacan las princesas Bestia y Acero como principales amigas de Desumi, bastante recurrentes pero con escaso peso en la historia. Además, también conocemos a algunos miembros de las familias de los protagonistas, que cuentan con intervenciones especialmente divertidas.
El problema es que la serie presenta nuevos personajes cada poco tiempo y la mayoría de ellos no aportan nada demasiado relevante. Su razón de ser es introducir chistes y situaciones cómicas diferentes, además de suscitar nuevos retos en la pareja protagonista. Algo que en principio está bien, pero cuando se abusa de ello puede llegar a resultar repetitivo. Esto provoca que cada vez se busquen personalidades más excéntricas y, para cuando te quieres dar cuenta, te ha salido alguien tan poco carismático como la Princesa Sangrienta, que protagoniza el episodio más grotesco y quizás por ello menos gracioso de toda la serie.
Apartado audiovisual
Love After World Domination ha sido animada por Project No.9. Se trata de un estudio con un recorrido bastante modesto, pero que últimamente ha enlazado varias obras razonablemente populares (Higehiro, la que nos ocupa y Mamahaha) y está consiguiendo darse más a conocer. En su repertorio abundan los romances colegiales y animes con un estilo un poco más infantil. Experiencia que les habrá servido a la hora de encontrar el estilo adecuado para esta serie.

Salta a la vista que apostaron por una paleta de colores muy vivos. Mientras que los diseños exageran algunos rasgos hasta el punto de casi tontear con la caricatura. Ambos aspectos le dan el tono jovial que precisa la serie, pero también los hace idóneos a la hora de ser animados. Esto se aplica sobre todo a las escenas cotidianas, donde el énfasis recae en la exageración de las expresiones y reacciones de los personajes. Dado que los pilares del anime son la comedia y el romance, lo que se busca es que sean más graciosos o adorables, según toque.
En las escenas de acción pura, que en realidad no son tantas, echan mano constantemente del shaking para darle énfasis a los golpes. También le sacan mucho partido a los efectos de sonido e introducen poses molonas, luces a tutiplén y explosiones muy vistosas. Es decir, en general se buscan artificios para crear escenas visualmente atractivas sin que sea necesario animar una coreografía de batalla muy complicada. No es que la animación sea pobre. De hecho, hay escenas que quedaron muy bien y da gusto verlas. E incluso cuando la animación o el dibujo decaen un poco, algo que pasa en algún que otro episodio, la serie lo disimula de forma bastante digna. Pero lo que está claro es que este no es su punto fuerte, aunque tampoco lo necesita.

El apartado musical no destaca de forma especial, pero no hace para nada un mal papel. Se ocupa principalmente de marcar el tono de cada escena, saltando con soltura entre temas efervescentes para las escenas de acción, musiquilla relajada y dulce para las partes ñoñas y melodías alocadas y divertidas para las partes cómicas. Podríamos decir que la ejecución musical es el cronómetro emocional de la serie, una función que ejecuta a la perfección aunque en realidad no cuente con ningún tema demasiado destacado.
Conclusiones
Decíamos al principio del artículo que Love After World Domination ha sido una de las sorpresas de la temporada y volvemos a reincidir en ello. Aunque partía de una premisa en apariencia divertida, no dejaba de ser un Romeo y Julieta con trajes marcando cachas. Además, por mucho que el Tokusatsu sea muy parodiable, no es un género que atraiga a las masas en occidente, sobre todo si nos fijamos en las generaciones más jóvenes de aficionados. Así que, a priori era difícil augurarle un futuro esplendoroso.
Por suerte para todos, la serie ha sabido diversificar su humor y no se ha centrado únicamente en la parodia. También ha evitado el estancamiento que se produce a veces en el género cuando se agotan los chistes. Sí, ha usado la repetición de gags como recurso habitual, pero no se han llegado a hacer pesados porque los ha ido entremezclando con dosis de romance superdulce. Esta faceta romántica también ha funcionado bien porque ha partido de una pareja protagonista con muchísimo encanto. Ver a Fudō y Desumi siendo unos ñoños ha hecho más divertido y adorable este anime.

Love After World Domination produce un efecto parecido al de comer algo dulce después de un aperitivo salado. Sus momentos de comedia alternados con su dulce romance producen un círculo vicioso que se retroalimenta y engancha de forma irremediable. Como resultado tenemos una serie que, aun estando lejos de ser perfecta, no deja de resultar entretenida y nos ha mantenido fieles semana a semana.
¡Con esto terminamos la crítica de Love After World Domination, queridos lectores! Sabemos que no somos los únicos que se han quedado prendados esta temporada a la serie, así que venid a comentarla con nosotros. Nos tenéis en Discord y en redes sociales. Además, si os gusta nuestro contenido, vuestro aporte en Patreon sería muy bien recibido. ¡Hasta la próxima!