¡Buenos días, telespectadores de Hanami Dango! Con el paso de los años, asociar las palabras «Netflix» y «anime» en una misma frase ha acabado generando una sensación de desconfianza. A estas alturas, con su unión al grupo Sony y absorbiendo a Funimation, Crunchyroll es la reina del anime dentro de los servicios de vídeo bajo demanda, hasta el punto de que deberíamos hablar en un futuro de cómo está tocando con sus dedos el monopolio. De todas formas, Netflix es la plataforma estrella que siempre hemos visto por encima de las demás y es por eso que duele ver sus resultados con un contenido tan popular actualmente como es el anime. Aun así, tampoco podemos negar que la percepción que se tiene de su contenido de anime se la ha ganado a pulso.

Por tanto, venimos aquí para aporrear el cadáver. Aprovechando la salida de los nuevos episodios de Jojo’s Bizarre Adventure: Stone Ocean y el próximo estreno de Cyberpunk: Edgerunners, vamos a centrarnos un poco en su forma de actuar. ¿Habrá esperanza de verla levantarse cual zombi?

¿Qué es un anime “original de Netflix”?

Antes que nada, toca hablar de dos puntos que, aunque no son el centro del tema en cuestión, acaban funcionando como los clavos del ataúd. Esto se debe a que la frase de «un anime original de Netflix» está mucho más cogida por pinzas de lo que debería.

Netflix es, en líneas generales, un medio para la distribución de series y películas, pero que evolucionó a productora para tener un contenido propio con el que destacarse entre la competencia. Algo nada nuevo, pues otros servicios, como Amazon Prime Video o Crunchyroll antes de su compra por Sony, han pasado por lo mismo. Entonces, ¿por qué destacamos esto? Porque es esta doble función de productora y distribuidora la que da lugar a la confusión.

Aprovechando esta situación, la empresa ha optado por catalogar como propia toda obra nueva de la que consiguen los derechos de distribución exclusivos a nivel global (excluyendo a veces el país de origen). Esta forma de actuar da lugar a que, sin tener cifras exactas, un porcentaje destacable del contenido que venden como propio no lo sea. En el caso del anime, podemos señalar los casos, entre los varios que hay, de la popular Dorohedoro o las más recientes Spriggan y Bastard.

Netflix hace esto de forma consciente, pues aprovecha dicha exclusividad para dar la imagen de un contenido propio mayor. Además, a no ser que mires páginas especializadas como FilmAffinity, IMDB o MyAnimeList, es una información que fácilmente puede escaparse. Desde luego, es algo criticable pero, de manera irónica, esto ha hecho que le caigan muchos palos por contenido que, en realidad, no es suyo como tal. Al final, recoges lo que siembras.

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Intentando averiguar si un anime original de Netflix es original de Netflix.

De todas formas, para este post vamos a tener en cuenta tanto los animes producidos con Netflix como los que son exclusivos de la plataforma sin ser suyos como tal. Está diferenciación no es que afecte demasiado en lo que nos vamos a centrar, pero es una situación que no está de más dejar en claro.

¿Qué es el anime para Netflix? ¿Y para nosotros?

El otro punto es uno quizás más conocido hasta por el espectador medio que no consume tanto anime: llamar anime a obras que ¿no lo son?

Siendo justos, el concepto de anime es un tanto difuso. Para los japoneses, el término viene a referirse a la animación en general (sí, Encanto o Pesadilla antes de Navidad es anime para ellos), sin tener ningún valor en especial. En cambio, fuera de sus fronteras, nos hemos aprovechado de ese término para referirnos a la animación nipona o, al menos, a la que cumple ciertas características dentro de esta según cada uno. Desde nuestro punto de vista, los idiomas y su vocabulario evolucionan en base al uso que le damos, por lo que, hoy en día, el anime está instaurado como sinónimo de animación japonesa.

Es en este agujero dentro del concepto, que Netflix decide aprovecharse de que hay un sector de la animación estadounidense que se ha inspirado por las obras japonesas, pudiendo destacar Avatar: La Leyenda de Aang. Es así como series como Castlevania o la desastrosa Memorias de Idhún pasan a ser catalogadas por la plataforma como anime con la intención de querer venderla a un nicho concreto de su público.

Las decisiones de Netflix respecto al anime

Esta forma de actuar hace que podamos considerar a Netflix una plataforma de anime cuestionable. El punto aquí es que Netflix no está especializada en el anime, sino que es una plataforma generalista, por llamarla de alguna manera, y, viéndolo de esa manera, no hace mal trabajo respecto al anime. Es un contenido no muy difícil de encontrar en su catálogo, que, sin ser tan extenso como Crunchyroll, tiene la variedad suficiente como para captar el interés tanto del inexperto en la materia como del que ya tiene algo de recorrido en el tema

Somos conscientes de que este contenido es muy variable según el país y el momento en que nos encontremos, pues dependen de que puedan renovar los contratos por las licencias. Aun así, Netflix ha tomado decisiones que dejan en claro su interés en el anime más allá de ser un tipo de contenido más en la plataforma.

Hizo posible la llegada por primera vez a este tipo de servicios de todas las películas de Studio Ghibli a nivel global, incluidas las que no se habían estrenado en ciertos países. Ha conseguido que estudios como MAPPA, BONES, Trigger o David Productions y directores como Masaaki Yuasa hagan contenido propio o exclusivo para la plataforma. Han apostado por toda clase de animes, pasando desde propuestas más típicas pero exitosas, como Komi-san, animes más particulares que funcionaron muy bien como Beastars, Devilman Crybaby o la ya mencionada Dorohedoro, y acercamientos más experimentales como Adam by EVE o el cortometraje Sol Levante. Por no hablar de que han apoyado un programa para formación de nuevos animadores para WIT Studio, aunque su labor se centra más en la de asesorar dentro de este proyecto.

Dicho todo esto, toca ponerse un poco más negativo y centrarnos más en el foco de lo que queremos hablar. Muchos de los problemas con Netflix ya los conocemos, pues no son exclusivos del contenido anime. Por destacar algunos, está la falta de confianza en su contenido propio a la hora de renovarlo por más temporadas, dejando series a medias, o el primar más la cantidad frente a la calidad, lo que hace fácil encontrar mucho contenido mediocre o decepcionante. Solo hay que ver algunos de los últimos estrenos: la decepcionante Bubble o las olvidadas rápidamente Spriggan y Bastard. Para terminar lo que podría ser una lista más larga, Netflix tampoco es que esté por la labor de acabar con el problema de los bajos sueldos para los animadores en la industria, como revelaron trabajadores de MAPPA el año pasado.

Antes de pasar con nuestro punto central, somos conscientes de que una parte de esta mala percepción se debe a los live action. Sí, a nosotros tampoco nos gusta la película que hicieron de Death Note, pero sería un error englobarlo junto al resto de los puntos ya tratados. Su objetivo tiene que ver más con interesar a gente ajena que a los seguidores del anime. Por no olvidar que hay cierta predisposición a juzgar de forma negativa estos trabajos. En Hanami Dango consideramos que se pueden hacer buenos trabajos a la hora de llevar animes y mangas a la acción real, siempre y cuando se sepa escoger la obra adecuada. Por ello, tenemos en la web un grupo de artículos dedicados a live actions destacables, como Oldboy y Solanin, aunque, claro, ninguno es de Netflix.

Netflix y la muerte de la expectación

Dicho todo esto, vamos al mayor de los problemas. Siendo justos, al final es todo una mezcla de todos los puntos que hemos tocado y este, pero nos parece este el más importante a comentar. Siendo claros, Netflix mata el interés por los animes que saca debido a sus formatos para estrenar los episodios.

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Sí, nosotros estamos tan poco sorprendidos como vosotros, pues es una queja tan habitual como las ya mencionadas, pero quizá sea un punto en el que se pueda profundizar más. Netflix tiene y ha tenido distintas formas de estrenar los episodios de las series y en todos parece tropezar de manera especial cuando se trata del anime.

Es conocido que, en la mayoría de los casos, la plataforma tiene la costumbre de sacar los episodios de sus series todos juntos. Desde luego, esta forma de estrenar las series es muy cómoda para el espectador, pues puede consumir dicho contenido ajustándose a su tiempo libre. Tristemente, eso acaba por anular uno de los puntos fuertes que ha tenido el formato televisivo de los episodios semanales: la expectación que mantiene a una serie en el foco de la conversación y la mantiene con vida. Esto es algo que se acrecentó en la última década, con las redes sociales haciendo de series como Juego de Tronos o The Walking Dead temas de conversación globales, comentándose sus episodios y haciendo teorías semana a semana.

En cambio, a la manera de Netflix, el ruido mediático es más caótico y menos duradero en el tiempo, pues cada espectador sigue la serie a un ritmo distinto y querrá evitar spoilers. Este choque a la hora de consumir contenido tiene un mayor efecto en la comunidad otaku. Con sus más y sus (muchos) menos, es una comunidad que ha ido creciendo muchísimo gracias a esa interacción en redes sociales, convirtiéndose en una de las aficiones más extendidas. Está claro que dicha situación no es totalmente contradictoria con ese tipo de estrenos, pero sí que ha provocado que productos de gran calidad, como Devilman Crybaby, caigan en un olvido que no merecen. 

Komi-san y Ojisan, el blanco perfecto para los piratas

«Entonces, que Netflix saque los episodios semanalmente» dirá alguno de vosotros, queridos dangos. Sí, series como The Boys, las del UCM y Star Wars en Disney+ y, obviamente, los estrenos de temporada de Crunchyroll, parecen dejar claro que es la mejor opción. El problema es que Netflix no quiere por lo general. Aunque algunas de sus últimas medidas e intentos lo contradigan, la plataforma intenta tener una imagen de ser algo distinto a las cadenas de televisión. Obviamente, esto incluye a las series de emisión semanal.

Es más, los pocos casos de emisiones de un episodio semanal, suele deberse a acuerdos con las cadenas que han producido y estrenan dichas series. Dichos acuerdos también suelen implicar que los episodios no se estrenen en la plataforma hasta el día siguiente de su emisión en la cadena local. Con el anime, esto ha llegado a un punto que es sencillamente ridículo, teniendo que esperar hasta dos semanas con las recientes Komi-san no puede comunicarse y Mi tío es de otro mundo.

Puede haber mil razones para que dichos episodios salgan con esta diferencia y que sean muy válidas, pero eso no va a hacer desaparecer lo inevitable. Otro de los aspectos de la comunidad fan del anime es que, hasta hace pocos años, el contenido se consumía casi en su totalidad en páginas pirata. Es algo que todavía tiene un arraigo reciente, pues no hace tanto de la unión de los catálogos de Crunchyroll y Funimation, y tampoco es que estén la totalidad de los animes en la plataforma naranja.

Desde Hanami Dango se va a apostar siempre por un consumo de contenido legal y accesible, pero seríamos tontos en negar que estrenar un episodio dos semanas después de su emisión en televisiones japonesas no pone difícil el optar por los medios no legales. A toda esta reflexión se puede añadir sin problemas el caso de la segunda temporada de Beastars, la cual se emitía semanalmente en Netflix Japón, pero que llega al resto del mundo completa varios meses después. Otro gancho perfecto para quienes surcan las mareas de internet.

Stone Ocean, una mala broma sin gracia

Dicho todo esto, solo nos queda para comentar el que probablemente sea el peor formato de todos los que tenga Netflix: el estreno en varias tandas de episodios. Siendo más habitual para series que ya acabaron su emisión en su país de origen, este tipo de estreno reúne lo peor de ambos mundos. Junta la muerte de la conversación del estreno en una sola tanda con el hecho de dejarte con un contenido a medias hasta que salgan los siguientes episodios en uno o varios meses. Por desgracia, esto también lo lleva aplicando a sus estrenos propios, como Bastard, aunque la peor parte se la está llevando Jojo’s Bizarre Adventure: Stone Ocean.

Para el momento de la salida de Stone Ocean, la serie estaba en uno de sus mayores picos de popularidad. Tras su anuncio, la gente esperaba con ganas los episodios, que iban a llegar un poco antes fuera de Japón, pero no se imaginaban lo que iba pasar. Tras su salida en diciembre de 2021, poco se supo de cuándo llegarían los siguientes episodios hasta que se reveló de manera reciente que la próxima tanda llegaría en septiembre de 2022, 9 meses después. Todo esto sin contar que es la segunda tanda de tres. Un jarro de agua fría para todo aquel que quiso seguir la serie.

Este caso representa a la perfección la desastrosa gestión de Netflix con sus estrenos. Se hicieron con una de las series más relevantes en la actualidad. Hay que recordar que, en sus últimas temporadas, los viernes (sábado ya en Japón) que se estrenaban episodios pasaban a ser conocidos como los Jojoviernes debido al interés que se había generado. Lo más seguro ahora es que para la salida de los siguientes episodios, muchos hayan perdido el interés y otros ni siquiera se vayan a enterar. Probablemente, una de las peores ejecuciones de Netflix sin duda.

¿Quién diría que la esperanza vendría del LoL?

¿Cuál es la solución a todo esto? Depende. Resulta muy difícil de abarcar aquí en un solo post todos y cada uno de los problemas nombrados, así que centrémonos en el que hemos destacado. 

Lo fácil sería el ya hablado formato semanal al mismo estilo que Crunchyroll, pero parece obvio que «la gran N que no es Nintendo» no va a pasar por ese aro. Una posible solución es lo que Netflix ya ha presentado con Arcane, la serie de League of Legends

La serie animada de Fortiche, que fue una de las grandes sorpresas del 2021 tanto por calidad como por animación, optó por estrenar tres tandas semanales compuestas de tres episodios cada una. Esto acabó resultando un éxito, pues sin alejarse mucho de lo que sería un estreno de todos los episodios juntos, su popularidad consiguió extenderse más en el tiempo. Es obvio que la gran calidad de la serie ayudó, pero no se puede negar que su peculiar formato semanal también lo hizo. Incluso Amazon Prime Video eligió aplicar la fórmula con la divertida La Leyenda de Vox Machina, quien también tuvo unos buenos resultados aún dentro de un nicho más concreto y una plataforma con menor audiencia.

El futuro es incierto con los últimos resultados de Netflix, que han mostrado su primera pérdida en número de suscriptores. No podemos adivinar cómo procederá con sus animes en los próximos tiempos, pero queda claro que tiene mucho que mejorar. 

Y, para vosotros, ¿cuál es el mayor problema que tiene Netflix con su contenido de anime? Os leemos en los comentarios.

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