¡Bienvenidos todos, queridos lectores de Hanami Dango! Hoy estamos aquí para presentaros esta recomendación de Nana, aprovechando la nueva edición de Planeta Cómic. Y es que Nana es de esas obras que nunca pasan de moda. A pesar de haber comenzado su serialización allá por el año 2000 y de haber entrado en un hiatus desde 2009 —y que aún no presenta indicios de una continuación—, sigue manteniendo un fandom fiel y continúa cosechando nuevos seguidores.
Título: Nana.
Autor: Ai Yazawa.
Editorial: Planeta Cómic.
Páginas: 552. Formato 14.8 x 21 cm.
Género: Shojo, josei.
Precio: 20 €.
Formato: rústica sin solapas con s/cub.
Consigue tu ejemplar aquí.
¡Una emocionante historia de amor protagonizada por dos chicas que comparten un mismo nombre, Nana!¡Dos chicas con el mismo nombre! ¡Dos emocionantes historias de amor!
La chica que lleva el nombre de la felicidad decide, por su propia voluntad, forjar su propio camino…
¿De qué trata?
Por si aún no os habéis adentrado en el universo «punk rosado» que, con gran maestría, sudor y lágrimas, creó Ai Yazawa, no os preocupéis. En esta recomendación vamos a hacer un repaso de lo que trata Nana, tratando de evitar todos los spoilers que nos sean posibles.
Nana Komatsu
Este manga no tiene un único protagonista como suele ser habitual, sino que son dos chicas las que se reparten el papel. Podemos empezar, por ejemplo, por Nana Komatsu, a la que también nos podemos referir como Hachi —derivado de Hachiko, el famoso perrito, pero que también es como se dice el número ocho en japonés—, mote que le dedica la otra Nana —que es como se dice el número siete en japonés— porque literalmente la ve «como un perrito… cariñosa y obediente, pero das trabajo».
Hachi es una chica de pueblo, acostumbrada a la protección de su familia, lo que la ha convertido en una adulta mimada y excesivamente dependiente. Es divertida, es leal, tiene un corazón de oro y es enamoradiza hasta el extremo. Tanto es así, que tras enamorarse de Shoji —quien decide marcharse a Tokio a vivir para aprobar el exámen de acceso a una universidad de arte—, es capaz de trabajar durante todo un año solo para ahorrar para mudarse a Tokio tras él.
Pero Hachi no es solo dependiente emocional de su chico, sino que depende totalmente de cada uno de sus amigos, los que sienten que no hacen «carrera de ella», como se suele decir. Principalmente porque por mucho que ella piensa que se esfuerza, es un auténtico desastre con patas. Olvidadiza, caprichosa, irresponsable y sobre todo impulsiva: no son las claves para mantener un trabajo estable y una vida ordenada.
Aunque, eso sí, es verdad que la personalidad de nuestra Nana Komatsu es capaz de sacar de quicio a cualquiera, es innegable que tiene un encanto irresistible. De tan buen corazón que tiene y de tan puro desastre que es, pero siempre con buenas intenciones, es inevitable cogerle cariño. Hachi es sencillamente adorable.
Nana Osaki
Nana Osaki es el contrapunto perfecto para Nana Komatsu. Se podría decir incluso que podría ser su polo opuesto ideal. Nana es una talentosa cantante punk que también toca la guitarra. En el pueblo en el que vivía cantaba en una banda llamada Black Stones, también conocidos como Blast.
La infancia de la Nana que nos ocupa es diametralmente opuesta a la de la otra Nana. Fue abandonada por su madre siendo tan solo una niña, y fue criada por su abuela, quien aparentemente no le dio todo el amor y cariño que debería. Por si fuera poco, se ve obligada a sufrir la muerte de su abuela.
Por otra parte, no es ningún secreto que Nana está perdidamente enamorada de Ren, quien tocaba el bajo en Blast. Ambos comparten una infancia difícil, ya que Ren se crio en un orfanato, el cual abandonó a los 12 años, cuando empezó a tocar la guitarra. Así que es un poco el destino, un poco la música, un poco ese pasado oscuro y esa soledad que ambos arrastran, lo que los une más allá incluso del amor.
Pero el mundo de Nana se tambalea cuando Ren decide abandonar el grupo Blast en el momento en el que le ofrecen el puesto de guitarrista en la famosa banda Trapnest. Finalmente, Nana toma la determinación de no quedarse detrás de Ren, y se muda a Tokio para labrarse una carrera como cantante punk, a poder ser reviviendo su vieja banda, Blast.
El gran rey destino
Quiso el destino, o la casualidad, o como queramos llamarlo, que fuera el mismo tren con destino a Tokio el que tomasen nuestras dos chicas. Y de nuevo el destino o la casualidad fue lo que las hizo terminar sentadas juntas y compartir una larga conversación en un viaje menos corto de lo que esperaban. Y así fue como descubrieron que tenían la misma edad, el mismo nombre, que las dos estaban dejando atrás sus pueblos para empezar una nueva vida en Tokio persiguiendo sus distintos sueños.
¿Te acuerdas de cuando nos encontramos, Nana? Ríete si quieres… pero yo creo bastante en el destino… y pienso que nuestro encuentro… fue cosa del destino.
No es mucho el tiempo que pasó hasta que el destino las volvió a unir. Hachi, guiada por el señor de la inmobiliaria, encuentra el piso de sus sueños para alquilar. Cuando está a punto de confirmarlo descubre que hay alguien más viendo el piso con otro vendedor. Está claro que ese «alguien más» no podía ser nadie sino nuestra Nana Osaki. Y tras una divertida y acalorada discusión, ambas deciden compartir piso. Porque está claro, ¿quiénes son ellas para llevarle la contraria al destino o al «gran rey»?
A lo largo de los capítulos, vemos como cada vez que algo importante le sucede a Hachi, menciona a un tal «el gran rey». Se refiere a este como una especie de figura divina que maneja el famoso hilo rojo de su vida. Siempre que lo menciona, lo hace con un tono resignado y chistoso a pesar de lo terriblemente supersticiosa que ella es. Lo que quizás ella no haya notado es que utiliza a este dios del destino para tener a alguien a quien culpar de sus decisiones impulsivas y habitualmente equivocadas.
La música como un personaje más
Si hay que hablar de un personaje de la obra con un peso tan profundo como el de nuestras Nanas, es obvio que hablamos de la música. Es el pegamento sobrenatural que mantiene unido este batiburrillo de personajes tan diferentes entre sí. Ai Yazawa ha sido capaz de transmitir a base de dibujos y letras su profundo amor hacia la música. Nadie mejor que la propia autora para describir ese amor: «La expresión artística que más emociones me provoca es la música. Es posible que sin música, nunca hubieran despertado en mí las ganas de crear. Así de indispensable es para mí la música».
Desde luego transmite ese amor. Queda tan claro, como que sin música, entre nuestros personajes probablemente nunca se hubieran creado unos vínculos tan profundos. Hasta el punto de que une a nuestras dos protagonistas en ocasiones de manera luminosa, a veces de forma trágica, pero siempre con una profundidad insondable.
De hecho, para Nana Osaki cantar es su única manera de sobrevivir. Es lo que la mantiene en pie a pesar de haber vivido una infancia tan traumática. Cantar es lo que la unió al amor de su vida. Es lo que ha reforzado su —tan importante— vínculo con Nana Komatsu. Es el nexo que mantiene unidas a ella a todas las personas que para ella son imprescindibles. Y por encima de todo, la música es su identidad, es su manera de expresarse, de romperse y de recomponerse.
La mesa se convirtió en el escenario. El móvil, en micrófono. Y la media luna, en la luz de los focos. Aparte de Nana, no hay nadie en el mundo capaz de crear esa magia. Aún ahora sigo estando segura de ello.
Y todo esto es algo que consigue romper la cuarta pared. El lector es capaz de sentir a través de una música que ni siquiera está escuchando. Eso es algo que Ai Yazawa demostró al mundo: un talento exquisito para transmitir las emociones que un arte —la música— te hace sentir, a través de un arte completamente diferente —su dibujo y su narrativa—.
Una estética que marca tendencia
La estética punk nació a mediados de la década de los setenta. Os recordamos en esta recomendación que el manga Nana fue serializado entre el año 2000 y el 2009. Tan trascendental fue la obra, que a día de hoy el look de Nana Osaki sigue siendo un referente imitado por miles y miles de personas, contribuyendo a que el movimiento punk no pase nunca de moda.
Nana Osaki, con su rollo un poco punk, un poco gótico, influenciado por bandas británicas del calibre de los Sex Pistols, pretende transmitir fortaleza, independencia y determinación. A pesar de que en el fondo no engaña a nadie. Tiene un corazón inmenso, frágil y un miedo terrible a perder a aquellos a los que quiere con toda su alma.
En el lado opuesto tenemos a Nana Komatsu, con un look moderno, dulce y extremadamente femenino, plagado de tonos pastel, florecitas y un montón de accesorios que combina a la perfección. El estilo de nuestra Hachi refleja perfectamente su personalidad soñadora, enamoradiza, dulce, frágil y despreocupada.
Nos gustaría recalcar en esta recomendación que la estética es la seña de identidad más característica de Nana. La estética tan particular de este manga ha logrado que hasta el día de hoy —y no dudamos de que hasta muy muy lejos en el futuro— se siga recordando como una obra con una sensibilidad inconmensurable que logró unir tres artes en uno solo: música, moda y manga.
Una historia no apta para todos los corazones
Si hay algo que queremos destacar especialmente en esta recomendación es la intensidad emocional de Nana. Son tantos los momentos en los que te hace sentir un impacto directo al corazón, que si andas un poco frágil, puedes tardar en recuperarte. Hay páginas que se leen, y se releen, y se vuelven a releer, porque te han tocado tan adentro que no lo puedes evitar.
Es imposible no empatizar con estos personajes, te caigan bien o mal, estés de acuerdo o no con sus decisiones. Sus sentimientos son tan reales y tan honestos que son casi como corazones expuestos al público, sin red de seguridad y sin filtros. Son seres humanos como nosotros: se rompen, se recomponen, se vuelven a romper y sus heridas dejan las mismas cicatrices que las que nosotros tenemos.
Porque no hay amor sin sufrimiento. Y cuanto más fuerte es el amor… más profundo es el sufrimiento.
Pero a pesar de las a veces bellas y a veces duras historias de amor que se viven en esta historia, el vínculo más importante y más trascendente es esa llama viva que sostiene la amistad entre nuestras Nanas. Y eso es porque es una amistad real: no es perfecta, a veces es incluso tóxica, pero también es sanadora, abismalmente profunda y transformadora bidireccionalmente. La manera en que ambas se necesitan o incluso cómo a veces se hacen daño mutuamente sin querer es irremediablemente humana.
En esta recomendación nos gustaría resaltar algo que creemos es el punto más potente de Nana: no idealiza las relaciones entre los personajes. Ai Yazawa fue capaz de transmitirnos unas relaciones entre sus personajes tan reales como la vida misma: complejas, destructivas, catárticas, sanadoras, pero, por encima de todo, vitalmente necesarias. Y es más, logró que el lector sienta lo que los personajes sienten con tal intensidad como si fuera su propia vida.
En definitiva
Nana es uno de esos clásicos que, aunque sea una vez en la vida, todo el mundo, o al menos todo amante del manga, debería leerse. ¿Por qué? Porque te toca el corazón como pocas obras son capaces. Porque tiene una estética sencilla, pero única e incomparable. Porque si amas la música, encontrarás personajes que te entiendan como tú a ellos. Pero, sobre todo, porque es un viaje trascendental.
Pocos son los que mantienen la esperanza de que Yazawa termine esta obra. Pero los que hemos perdido esa fe y aun así amamos Nana de todo corazón, es porque hemos entendido que lo importante no es el destino, sino el viaje. Y, sobre todo, quienes nos van acompañando a lo largo del mismo. Lo que realmente te llevas es a quienes has amado, te han amado y los momentos que habéis compartido.
Lo bueno ahora es que tanto los fans de Nana como todo aquel que quiera sumergirse en esta intensa obra tenemos una oportunidad inmejorable gracias a la maravillosa nueva edición que nos ha traído Planeta Cómic. Ver esa estética tan particular en un formato más grande que la edición antigua es una delicia para la vista. Además, que toda la edición vaya a tener un total de siete volúmenes parece cosa del «gran rey». Toda una tentación a la que en Hanami Dango no hemos querido resistirnos.
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿Ya habéis leído Nana o vais a darle una oportunidad? Estamos deseando leer vuestros comentarios, ya sea por aquí o a través de nuestras redes sociales. Nos leemos en la próxima. ¡Un abrazo para todos!
